Montserrat Caballé, la diva de todos

EL PAÍS / AGENCIAS - EL NUEVO DÍA
De su voz se ha destacado que era plena, potente y bella, que estaba dotada de tersura, nitidez, pureza o suavidad, y que su timbre era iridiscente y tornasolado.

De Montserrat Caballé se pueden tener muchas imágenes, la mayoría, seguramente, en los escenarios de teatro de ópera de cualquier parte del mundo como una de las grandes voces líricas del siglo XX. Fue, sin duda, una de las cantantes a la altura de mitos como María Callas, Joan Sutherland o Renata Tebaldi.

Era, además, una soprano con una tremenda humanidad, con sentimientos a flor de piel. Para la historia han quedado imágenes como las lágrimas de la artista/mujer/barcelonesa ante el teatro del Liceo, la que fue su segunda casa, convertido en cenizas en 1994, y en cuya reconstrucción se implicó de forma personal.

Montserrat Caballé Folch nació el 12 de abril de 1933 en el barrio de Gràcia de Barcelona, en el seno de una familia modesta, donde su madre le dio su primera formación musical que le sirvió para ingresar a los 11 años en el Conservatorio Superior de Música del Liceo con una beca.

En el coliseo de Barcelona estudió con Eugenia Kemeny, Conchita Badía y Napoleone Annovazzi. Caballé se graduó en 1954 en una accidentada prueba final en la que llegó a perder el conocimiento, y tras titularse hizo su primer estreno operístico con el papel de Serpina de La serva padrona, de Giovanni Battista, en el Teatro Principal de Valencia el 27 de junio de 1955 con la Compañía de Opera de Cámara de Barcelona, dirigida por Napoleone Annovazzi. En el Liceo debutó el 7 de enero de 1962 con Arabella, de Richard Strauss.

Enseguida se proyectó en el resto de teatros de ópera del mundo, sobre a todo a partir del éxito arrollador que tuvo el 20 de abril de 1965 con Lucrecia Borgia, de Gaetano Donizetti, cuando sustituyó a una indispuesta Marilyn Horne en el Carnegie Hall de Nueva York.

El diario The New York Times llegó a decir que su voz era una combinación de las de las legendarias María Callas y Renata Tebaldi. Durante sus 50 años de carrera interpretó cientos de óperas y conciertos en los principales teatros de todo el mundo. Siempre junto a las mejores orquestas y repartos, y con un repertorio que abarca cerca de 90 papeles. Su voz se ha escuchado junto a las mejores orquestas y los más prestigiosos directores, entre ellos Herbert von Karajan, Leonard Bernstein, Zubin Mehta, James Levine, Claudio Abbado, Seiji Ozawa o Riccardo Muti.

En su repertorio figuran ‘La serva padrona’ (Pergolesi); ‘Cossì fan tutte’ (Mozart); ‘Norma o I puritani de Bellini’; ‘La favorita’ (Donizetti); ‘Il Trovatore’, ‘La Traviata’, ‘Un Ballo in Maschera’ y ‘Aida’ (Verdi); las heroínas Isolda y Sieglinde, de Wagner; el cuarteto de Puccini (Tosca, La Bohème, Madame Butterfly y Turandot); la Adriana Lecouvreur, de Cilea; o la Salomé de Strauss.

A lo largo de su carrera, Caballé compartió escenario con todos los grandes artistas, aunque reconocía que tuvo una química especial con tres de ellos: Pavarotti, Plácido Domingo y Carreras.

“Cuando cantaba Manon Lescaut con Plácido Domingo, que estaba maravilloso, él me decía que descubría un nuevo mundo cantando conmigo y a mí me sucedía lo mismo. Con José Carreras he tenido una relación muy especial, nos quedábamos embelesados escuchándonos mutuamente. Y con Luciano Pavarotti, es que era como un padre”, recordaba.

Montserrat Caballé hizo incursiones en la música popular e incluso en la música pop, y siempre quedará en el recuerdo la interpretación que hizo en 1988 junto al cantante Freddie Mercury del tema Barcelona, que abanderó los Juegos Olímpicos del 92. “Para el mundo de la ópera fue una revolución, una auténtica revolución”, reconocía la soprano unos años más tarde.

La artista, que se retiró hace unos años, ofreció más de 4.000 actuaciones. Sin embargo, tal y como explicaba ella misma en una entrevista en 2014, rechazaba el apelativo de diva: “No me considero una leyenda de la ópera, ni tampoco la última diva, como a veces escriben los periodistas. Cada época tiene sus divos y en mi caso lo único que he hecho es hacer bien mi trabajo, lo mejor posible, al más alto nivel”.

 

Condolencias

El tenor Plácido Domingo, en un mensaje en las redes sociales, le dio las gracias “por tu increíble voz y tu talento”, y ha destacado “el privilegio de compartir escenario contigo”, mientras Josep Carreras aseveró que nunca había oído “cantar a nadie en un teatro como a Montserrat Caballé”, y resaltó su lado más humano, como persona “vital, sensible y entrañable”.

La Casa Real la definió como “la gran señora de la ópera, leyenda de la cultura universal”, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez afirmó que “fue una gran embajadora de nuestro país” y que “su voz y su dulzura permanecerán siempre con nosotros”, y el presidente catalán, Quim Torra, la calificó de “artista universal” que “ha exportado catalanidad al mundo”.

Desde el exterior, el reconocido director artístico del teatro Mariinski de San Petersburgo, Valeri Guérguiev, dijo que las actuaciones de Caballé fueron “una página de oro en la historia de las interpretaciones” de ópera, y teatros como La Scala de Milán, La Fenice de Venecia, la Opera de Roma y la Royal Opera House de Londres mostraron su pésame y su tristeza por su deceso.

VERDADERAMENTE DIVINA

Por Ricardo Mutti:

Montserrat ha sido no solamente una de las últimas grandes cantantes de la historia del canto, sino también una gran profesional. Conmigo siempre trabajó con una dedicación muy poco habitual hoy. He amado siempre su canto y su voz. Ahora mismo estoy en Chicago, donde dirigí anoche un concierto a la Sinfónica, pero me decían que en Italia todas las emisoras de radio estaban emitiendo hoy ese aria ‘O cieli azzurri’ de Aida que grabamos juntos, y donde Montserrat entró en el estudio como una reina, como una gran reina española. Lo cantó de principio a fin y ascendió a ese Do sobreagudo como si fuera la estela de una estrella. Creo que si miramos hoy al firmamento, ese Do sería la estela de Montserrat en el cielo. Es un gran luto y dolor para mí. Una pérdida para el mundo de la ópera. Montserrat era una de las últimas divas en sentido siempre positivo y nunca negativo. Ella era verdaderamente divina. Afortunadamente quedan sus grabaciones como recuerdo de una gran mujer.

Credito
TOMADO DE EL PAÍS / RESUMEN AGENCIAS

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