“Esta historia no ha llegado a su final”

COLPRENSA - EL NUEVO DÍA
Entrevista con Laurence Debray, hija del filósofo Régis Debray y la historiadora Elizabeth Burgos, quienes abandonaron la comodidad de su vida en Francia para unirse a la revolución cubana. Todo esto lo narra en su libro ‘Hija de Revolucionarios’.

Intentar entender por qué sus padres, dos personas de alto nivel intelectual y económico en Francia, decidieron dejarlo todo y cruzar el mundo para luchar, hombro a hombro, en las revoluciones latinoamericanas, era el objetivo de la historiadora francesa Laurence Debray, con una extensa investigación que dio origen a su libro: ‘Hija de revolucionarios’.

Una historia de la que en la familia no se habla, pero que ella quería conocer y entender cómo su papá, Régis Debray, termina siendo uno de los hombres de confianza en la Revolución Cubana, quien acompaña a Ernesto ‘El Che’ Guevara a su incursión en Bolivia, donde fue tomado preso, torturado y condenado a 30 años de prisión, pero por la presión de intelectuales europeos logró ser liberado, aunque muchos lo acusaron de ser quien traicionó a ‘El Che’.

Este libro, Laurence Debray lo acaba de presentar en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, en una investigación que aún continúa, al igual que el silencio de sus padres sobre el tema.

 

En búsqueda de su identidad

-¿Qué es lo que buscaba entender?

Quería deconstruir los mitos de la revolución, del Che, para poder entender cómo unas personas con carreras brillantes en Europa, deciden viajar a más de ocho mil kilómetros de distancia para hacer la revolución. Es algo que quiero entender.

Cómo mi padre termina, tan inteligente, al lado del Che luchando en la guerrilla de Bolivia en una guerra perdida, y pese a eso, sigue creyendo y termina en Chile, para luego regresar a Francia con una maleta llena de fracasos.

-¿Cómo ha sido recibido el libro por parte de sus lectores?

En Francia he recibido muchos correos de lectores, por lo que decidí hacer una nueva edición del libro que integra todas las informaciones que me están enviando. Esta historia no ha llegado a su final, sigue siendo una búsqueda en la que he recibido mucha respuesta por parte de los lectores, lo cual me hace sentir muy agradecida.

-En medio de ese enriquecimiento, ¿qué le ha sorprendido?

Una señora me envió unas cartas que mi abuela había enviado en el campo de concentración donde estaba en la Segunda Guerra Mundial, es un archivo increíble. Otra persona me envió la carta que mi madre consiguió sacar de la cárcel cuando mi padre estaba allí. Es una carta diminuta que él escribió y ella sacó en sus zapatos.

Me han enviado información muy útil para mi comprensión, porque soy historiadora, pero no soy especialista en esa época.

-¿Difícil seguir con el tema?

Fue toda una terapia, no estoy obsesionada, pero me gusta seguir recibiendo información, aunque creo que ya tengo resueltas muchas cosas.

-¿Cuánto duró esa obsesión?

Primero fue la investigación y la búsqueda muy personal, al principio no era un libro, tan sólo quería averiguar qué habían hecho mis padres en América Latina, en búsqueda de mi identidad porque no me habían dicho nada de esto, por lo que necesitaba saber.

Empecé a escribir para desahogarme de todo lo que había recopilado con la idea de hacer un balance. Sólo años después empecé a pensar en hacer un libro, al pensar que esta historia íntima relata también la gran historia, puede ser un buen testimonio para mi generación que conoce muy mal la generación anterior.

Necesitaba tiempo porque no quería escribir desde el rencor, quería tomar distancia, analizar, hacerme las preguntas, y eso se tarda un poco.

 

Preguntas y respuestas

-¿Qué opinaron sus padres sobre esta investigación?

Pensaba que al entregarles el manuscrito por fin podríamos sentarnos para hablar del tema, pero escribí más de 300 páginas y no recibí respuesta por parte de ellos. Creo que es un tema que sigue siendo muy doloroso para ellos, aunque no me prohibieron publicarlo, pero no se presentó el diálogo que yo esperaba y me pudieran contestar.

Ellos tienen la verdad y yo solo hago una interpretación por medio de hechos históricos. Creo que protegen su historia y no saben cómo transmitírmela.

-¿Difícil situación?

Mi padre escribió, hace mucho, el libro ‘La República explicada a mi hija’. Años después escribió un libro sobre el Rey Juan Carlos, por lo que creo que en la familia somos muy buenos para escribir pero malos para la comunicación oral.

-¿Cuál su opinión de ellos como padres?

Creo que ellos querían salvar al mundo y eso tiene mucho trabajo (risas). Son personas muy inteligentes, muy involucrados en la gran política, con muchas responsabilidades, y en lugar de una cotidianidad estaba la lucha.

Afortunadamente para mí tenía mis abuelos quienes se ocupaban de mí, opuestos a mis padres. Grandes burgueses, con una abuela involucrada en la política y mi abuelo un gran abogado que querían disfrutar de la vida luego de vivir la barbarie de la guerra.

-¿Dos situaciones diferentes?

Mis padres siempre con problemas de dinero, siempre alojando en casa a los exiliados latinoamericanos, con una vida muy caótica, por lo que fueron mis abuelos quienes me dieron estructura de familia, algo completamente diferente.

Credito
COLPRENSA

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