“El desarraigo se me pegó como una piedra”: Karina Sainz, escritora venezolana

EL COLOMBIANO - EL NUEVO DÍA
‘La hija de la española’ se llama el libro que la autora vino a presentar al país, y en el que relata su desarraigo, pero también su dolor de patria.

No se le olvida a Karina Sainz Borgo el grito ahogado de su país. Los amigos que ha perdido, la muerte que ha padecido su tierra, las patadas que sigue dando. Ha vivido fuera desde 2006, pero hay recuerdos que no se borran de Venezuela.

Tras una larga carrera en el periodismo cultural, “el desarraigo se me pegó como una piedra”, cuenta, y se entregó a La hija de la española, su primera novela.

Fue un proceso de escribir, reescribir, hasta que el texto plasmó ese golpe que recibió la nación. La historia empieza con una mujer, Adelaida, que está enterrando a su madre, su más fiel amiga, en esa Caracas cada vez más opaca, más precaria.

En medio del dolor, se enfrenta a una realidad que cada vez se asemeja más a la ficción.

“La orfandad que yo tengo cuando escribo el libro es que yo sentí que se me había muerto mi país, el que aspiraba al progreso, y se fue desdibujando y fue muriendo – cuenta ella–. Es un gran acto de declaración de amor por el país, pero también un gran duelo”. La madre es una imagen de ese país moribundo y lo que queda es un duelo que hay que librar.

No ha podido llevar su obra a Venezuela, al menos no de manera masiva, y es que no hay forma todavía, pero le ilusiona que la lean en Colombia, cree que aquí entenderán el libro mucho más que en otros lugares.

 

Sobre el libro

El libro de Sainz Borgo se propone no solo evidenciar los problemas a los que ha llevado la crisis política y social en Venezuela, también plasmar todos esos personajes que tienen roles invertidos: una víctima que se vuelve verdugo, o al contrario, y La Mariscala, “un personaje que en España ha sido incómodo para los lectores”, cuenta la autora. Ella le roba la casa a la protagonista en algún punto porque cree que la revolución la va a redimir. “Pero ella es víctima también de un proceso de marginación social y es el típico ejemplo de cuando los procesos son totalitarios y la persona se cree arropada por eso”.

 

La escritora, invitada a la Filbo este año,

habló sobre su obra y carrera.

- Aquí hay una presencia fuerte de la muerte, ¿termina convirtiéndose en ese factor que canibaliza al ser humano?

La muerte es un tema central en la novela. Crecí en una sociedad muy violenta, donde la vida está a merced de muchas cosas. La muerte estaba muy presente, por inseguridad, porque a la gente la mataban por un par de zapatos, pero a medida que fui creciendo me empecé a dar cuenta de que la muerte comenzó a cobrar un cariz político. Para mí ese tema es fundamental en la novela porque se muere todo. En una sociedad donde hay árboles frutales, donde el petróleo es abundante y donde la vida se abre paso, la muerte está todo el tiempo ahí cercenando.

- La relación binaria entre madre e hija parece ser esencial en este texto para que la protagonista resista la realidad...

 Yo quería que esa relación fuera muy política. En este libro no hay hombres porque nuestras sociedades son matricéntricas. Son las mujeres las que resisten, no importa que alguien se marche, es un fenómeno que creo que es transversal. La relación entre las dos Adelaidas, porque se llaman igual, es de herencia. La madre es una mujer culta, instruida, que educa a otros, y la protagonista es una correctora de textos. Esa relación de lectura y conocimiento me permitía mostrar una metáfora del progreso. La relación que sostienen madre e hija es tan profundamente política porque una le concede a la otra libertad.

- ¿Hasta qué punto hay elementos de su historia personal?

La escritora Vivian Gornick dice que la autobiografía no es el argumento sino el tema, y para mí ese es el desarraigo. Yo en España me siento bien, mi padre es español, pero yo había perdido un país a la vez que ganaba otro. Esa es la transfusión mía que tiene el libro. Ahora bien, hay personajes que son síntesis de mucha gente que he visto. Hay uno que se llama Santiago, un joven que representa el país del futuro.

He visto muchos Santiagos. Trabajé mucho tiempo en Venezuela como periodista e hice un poco de comunicación política. Vi a mucho candidato y mucha gente presa y vi cómo se les apagaban los ojos. Vi mucha marcha, mucha protesta, vi mucho muerto y mucha cabeza reventada, eso también está ahí porque la violencia te persigue.

Credito
TOMADA DE EL COLOMBIANO

Comentarios