“Yo hice un voto de soltería”

HÉLMER PARRA – EL NUEVO DÍA
Miles de mujeres que depositan su confianza en Jaime Avendaño pueden decir que la Iglesia perdió un sacerdote, pero ellas ganaron un estilista.

En los últimos años en reinados, eventos sociales y de moda de la capital tolimense, el nombre de Jaime Avendaño tiene un espacio propio, en virtud a que se ha convertido en uno de los mejores estilistas, peluqueros y asesores de imagen.

Por sus manos han pasado miles de rostros de mujeres de la alta sociedad y de la farándula ‘criolla’; sin embargo, muchas de ellas desconocen que el ibaguereño, de 34 años que las peina, maquilla y hasta hace las veces de psicólogo, un día quiso entregar su vida a la Iglesia Católica. 

Durante casi siete años se preparó para el sacerdocio en el Seminario Conciliar de Garzón, pero dijo adiós a tomar los hábitos en parte al sentir que Dios lo tenía para otras cosas, y por creer y respetar el celibato: “tanto lo respeté que preferí renunciar a embarrarla”.

Nació un 31 de diciembre y asegura abiertamente que mientras otros hacen voto de castidad, él lo hizo, pero de soltería.

¿Por qué renunció al Seminario?

Hay cosas de la vida que uno constantemente se cuestiona y al llegar a la etapa de graduarme como filósofo empecé hacerme cuestionamientos mucho más personales y me fui dando cuenta que no era lo mío, como que estaba hecho para otras cosas; me gusta la política y el derecho. 

De hecho estoy estudiando para ser abogado en la Universidad Cooperativa. Me encanta el estudio, me considero intelectual y creo que puedo hacer una obra mayor que siendo sacerdote.

¿Qué cuestionamientos se hacía?

Si estoy hecho para estar solo toda la vida, si estoy hecho para estar soltero toda la vida, si estoy listo para servirle a una entidad como es la Iglesia, a la cual respeto, admiro y quiero demasiado, pero no soy católico en este momento, voy a una iglesia cristiana.

¿Es decir que ya no va a misa?

A veces asisto con mi familia.

¿Por qué se cambió de religión?

No hablo de religión, más que de estamento eclesiástico, es de sitio de congregación, porque la religión es como un método, la creencia sigue intacta. Tengo muchos amigos sacerdotes a quienes quiero y respeto profundamente.

¿Qué encontró en esa congregación y no en la Iglesia Católica?

La comprensión, la paz total, cierta conversión y transformación de vida. Estoy haciendo un esfuerzo grandísimo para seguirme puliendo como persona.

¿Se confiesa?

Claro, cuando voy a la Iglesia Católica me confieso, tengo un confesor maravilloso y es un director espiritual muy bueno.

¿Es muy pecador?

Pienso que para uno transformar la vida debe sentirse pecador, porque si se siente santo qué va a cambiar. Cuando la embarro trato de remediarlo y pulirlo para dar una buena imagen ante el creador, no ante la gente.

¿Es decir que no le interesa lo que los demás piensen de usted?

Me interesa mucho lo que piense la gente, porque tengo una imagen pública aquí en Ibagué, pero lo que más me interesa es lo que piense mi Papá.

¿Cuál es su pecado más frecuente?

La avaricia. Soy muy interesado a tener, a que haya trabajo, que mi familia esté bien, que no se vea escasez.

¿Cree en el celibato?

Claro, incluso creo y lo respeto. Y tanto lo respeté que preferí renunciar a embarrarla, porque tenía muy buenos testimonios de muchos sacerdotes, no tengo una queja negativa de la Iglesia, aunque hay muchos comentarios, pero de todo hay en la viña del Señor. 

Entonces llegué a la conclusión de que yo no debería estar ahí enmugrando en algún momento o empañando esa buena imagen que tiene la Iglesia Católica, que prefería salirme y optar por una vida afuera, que pudiera servirle a mi familia y a mucha gente.

Se dice que los seminarios se prestan mucho para las relaciones homosexuales, ¿es cierto?Pienso que ese punto se da en cualquier ente. En todas las partes donde hay internados puede prestarse para eso. En el Seminario donde yo me formé no era constante.

¿Vio algún caso?

Particularmente no recordaría un caso, pero creo que un par de veces, pero nada fuera de lo común, de pronto era más gusto que relación.

¿Alguna vez sintió atracción por algún sacerdote o compañero de Seminario?

No, precisamente esa parte yo la manejé muy bien. Fui muy tajante y en mi formación traté de dar testimonio de ser una persona muy equilibrada de no dar de qué hablar. 

¿Cómo reaccionó su familia cuando dijo: no quiero continuar por la vida religiosa?

Mi madre que fue la que se opuso al principio de yo querer entrar al Seminario y ya al momento de entrar feliz me acompañó, estaba encarretada. 

Pasaron seis años y a los seis y medio cuando tomé la decisión de retirarme la llamó el rector asombrado que cómo así que me iba a retirar, que si ella tenía conocimiento, y su respuesta fue que así como me soltó con sus brazos abiertos así mismo me recibía. 

¿Por qué esperó tanto para decidirse por renunciar?

A los tres años de estudio se gradúa uno como filósofo y empieza una etapa de incógnitas, por todo se pregunta y durante los cuatro años restantes la teología lo enamora a uno más de Dios y uno como que quiere seguir y no salirse, porque está enamorado de Dios, pero a la vez se está cuestionando yo qué hago acá. Y en último año uno está muy maduro y ha madurado la opción. 

¿Se arrepintió de haber renunciado?

Sí, los cinco primeros años fue un arrepentimiento total y el primero de profundo llanto, pero soy muy radical en mis decisiones y esta estaba tomada. 

Traté de volver al Seminario de Cali cuando estaba monseñor Cancino, me abrieron los brazos e iba a empezar a dar clase de filosofía en un colegio, pero algo me decía definitivamente no y me salí como a los dos meses.

¿Antes de irse por la línea religiosa usted ya sentía alguna atracción por el mismo sexo?

Eso no lo hemos dicho oficialmente en Ibagué. No lo estoy confirmando si me gustan o no, pero sí, claro, hay inclinaciones y pienso que a esa parte no le doy cabida; me valoro más por lo que soy.

Pienso que las únicas personas a las que le he expresado esa intimidad es a mi familia, ciertos amigos y mis pastores que son unos directores espirituales muy buenos, quienes me han sabido encaminar esta tendencia.

¿Cómo recibió su mamá la noticia?

Eso ha sido un tema muy sigiloso en la familia, no es del clóset como dicen, pero tampoco he salido de él. 

¿Se ha sentido rechazado?

No. Ahora esa inclinación que tenía va a ser un testimonio grande. Ojalá salga a la luz que por esta inclinación que tengo puedo dar testimonio de la grandeza de Dios.

¿Alguna vez entabló relación con mujeres?

Sí, tuve bastantes novias, fui muy noviero, fue una etapa de mi vida muy bonita, que quiero y recuerdo mucho, que fue la etapa del colegio, del bachillerato, pero llegó una etapa de definición y listo.

¿Le gustaría conformar una familia?

Estabilidad emocional tengo, me gusta ser muy independiente, pero pienso que la soltería es lo mío y mucho tiempo duraré soltero y si Dios me tiene para que esté con una esposa y unos hijos, maravilloso, pero si me tiene para estar solo y tranquilo, feliz. 

Pienso que para qué más esposa que mi mamá y mi abuela que son la razón de ser de mi existencia.

De peluquería...

¿Cómo se siente en la peluquería?

Me siento como pez en el agua.

¿A los cuántos años hizo su primer corte de pelo?

Desde los 12 años empecé aprender todo lo que es belleza antes de irme para el Seminario, porque mi mamá fue profesora de belleza muchos años. Cuando me fui al Seminario fue a donde me pulí, donde hice mis primeros pasos como estilista.

¿Es verdad que son mejores estilistas los hombres y los gays que las mujeres?

Es una constante o casualidad de que el hombre sea mejor estilista, no sé si es que le pone más pilas al asunto o si genéticamente el hombre tiene mejor mano que la mujer, pero también he visto muy buenas mujeres estilistas, las admiro demasiado. La mayoría de mis empleados son mujeres, y yo vengo de una estilista y puedo dar testimonio de que es muy buena.

De las señoras de la alta sociedad ibaguereña, ¿quiénes han sido sus mayores clientas?Han pasado tantas que la verdad para los nombres soy malo. He arreglado gente muy reconocida de la ciudad a la cual le tengo un inmenso cariño.

¿Cuál es su estilo?

Lo mío es lo fresco, no lo acartonado ni lo milimétrico, sino algo que permita movimiento.

¿Alguna vez se le ha ido la mano?

Jamás, nunca he trasquilado a alguien?

Cómo estilista, ¿cuál es su fuerte?

El maquillaje.

¿Qué tan llorón es?

Lloro mucho cuando oro, porque el espíritu se desahoga, el alma se limpia, es como estar bañando el alma con un manantial de agua pura.

Jaime, se dice que los estilistas son los mejores psicólogos, ¿qué tanto sus clientas le cuentan sus problemas?Lo normal, muchas clientas vienen con tristezas, agonías, con problemas de pareja y laborales, con incertidumbres en cuanto a eventos y yo las oriento. Tengo una espiritualidad muy grande, que la misma gente llega y me dice ‘en usted encontramos tranquilidad’.

¿Y qué tan bueno es para guardar secretos?

Muy bueno, los guardo también que se me olvidan.

Credito
REDACCIÓN EL NUEVO DÍA

Comentarios