“El cáncer fortaleció mi fe”: Andrés Sierra

Antes de someterse a una delicada cirugía para extirpar un tumor, el ejecutivo y empresario heredero de la familia Sierra habla de la enfermedad que ‘revolcó’ su mundo.

La luz que Andrés Sierra veía que se apagaba en su camino era a la vez la llama que lo invitaba a que siguiera luchando por su vida. Era ese fuego para ‘pelear’ por su existencia y el faro para no repetir esas equivocaciones que sin culpa había cometido en el pasado.

Ahora degusta un tinto con placer, las vanidades pasaron a un segundo plano, su calvicie lo volvió más sexy sin querer, ahora lo aman tal y como es.Ya no le importa el pasado lleno de lujos, tal vez extravagancias, ahora valora hasta lo más mínimo de este mundo; cualquier cosa es un tesoro como esa segunda oportunidad que le da Dios de cuidar su mayor joya: su existencia.

Así es ahora este hombre, el único hijo varón de una de las familias más adineradas de la sociedad tolimense, quien desde octubre de 2013 lucha contra un cáncer intestinal, que le puede arrebatar la vida, esa misma que tal vez no valoró y de la cual se aferraba el pasado viernes en una sala de cirugía, cuando los galenos le extirpaban el tumor maligno, paso que lo empujará a seguir dejando huella.

Andrés, ¿cuándo empezó su batalla contra esta enfermedad?

El 8 de octubre de 2013 me diagnosticaron un tumor. Está ubicado en el retroperitoneo. El tumor es germinal, existen más de 200 tipos de cáncer y uno de esos es el que tengo, con muy buen pronóstico.

¿Qué recuerda de ese día?

Recuerdo que estuve luchando mucho por una comida con el Superintendente de Industria y Comercio porque estaba peleando el tema de la reglamentación de las Cámaras de Comercio.

Ese día salí a las 6 de la tarde de donde el gastroenterólogo Rubén Darío Gómez, quien me informó que tenía una masa; sin embargo, salí de ahí para la comida y después me fui para la casa y le dije a mis papás que tenía un tumor. Al día siguiente fui a Bogotá a manejar el tema con otros médicos.

A usted siempre se le vio altivo y vigoroso, ¿qué lo llevó a pensar que algo en su cuerpo no estaba bien?

Desde 2012 me sentía extraño, me hice varios exámenes y todos salían bien, hasta que sentí un problema intestinal, y gracias a una gastritis me di cuenta de que tenía un tumor. No sé si tenga relación una cosa con la otra.

¿Cómo recibió la noticia?

Fue una situación muy fuerte, me quedé sin palabras... Eso no es fácil. Cuando me dieron la noticia yo tenía planeado viajar al siguiente día a Chicago, y el médico me indicó que hacerlo me ponía en riesgo porque no se sabía como estaban mis órganos.

Me dijo ‘es mejor que se quede’ y le respondí: qué exámenes necesita para poder viajar, y él dijo: ‘una resonancia’. Ese mismo día me la hice, a las 11:30 de la noche, y a las 2:30 de la mañana emprendí el viaje.

No perdía nada; si me iba bien con el examen viajaba y si en el caso hipotético el pronóstico no era favorable al menos tenía cinco días para conocer una ciudad nueva. A pesar de que estaba preocupado me gocé el paseo, y al regresar empecé tratamiento, me puse en manos de una excelente médica aquí en Ibagué.

Si bien usted había asimilado el dictamen, ¿cómo lo tomó su familia?

La socialización con la familia no fue fácil, pues decir ‘tengo cáncer’ es algo que altera la vida. Yo digo que cuando a un miembro de la familia le da cáncer, le da a todos, y al entorno. En nuestro caso hubo angustia y mucha fe.

La mayoría de las personas con cáncer pueden sentir la pérdida del control sobre los eventos de su vida. ¿Fue su caso?

No. Pedí a Dios mucha fortaleza para el manejo mental, porque comprendí que si se afronta cualquier enfermedad de manera positiva uno la saca adelante. Entendí que uno no debe aislarse, y por eso lo que hice fue decirles ‘acompáñenme en este proceso que le puede dar a cualquier persona, a cualquier edad y de cualquier estrato’.

¿Para Andrés Sierra cómo ha sido el proceso?

No ha sido fácil, pero de alguna forma ha sido doloroso, y bonito. Doloroso en el caso físico por causa de las quimioterapias, pero siempre tuve la fortaleza en pensar que en algún momento se iban a acabar, y bonito por el manejo con la gente, nunca había visto tantos gestos de gratitud como los que vi; desde una misa que me ofreció Monseñor hasta la preocupación de muchas personas cercanas que han estado en este proceso.

El apoyo de la gente ha sido fundamental para no dejarlo decaer, ¿pero qué tanto es lo que le dicen?Me dan muchos conceptos de Dios, me mandan medicamentos y remedios, hasta tomar sangre de chulo, que es lo único que me falta por hacer.

¿Qué le enseñó esta batalla?

A fortalecer la fe, la unión familiar y saber que todo en la vida pasa por un propósito, lo que me ha fortalecido el carácter.

¿Cómo era antes de la enfermedad y cómo es ahora?

En la forma de ser soy igual de acelerado. De pronto me tomo más tiempo para mis cosas personales, antes trabajaba mucho y no descansaba como ahora. Hoy tomo el tiempo para beber un café y para hablar con mi familia y mis amigos...

Para muchas mujeres usted es el prototipo de hombre de sus sueños: joven, guapo, adinerado y con poder. ¿Cómo ha sido tener que lidiar con cambios en la imagen corporal? 

Lo bueno es que a las mujeres les gustan los hombres más flaquitos, en ese caso bajé algo de peso, cuatro o cinco kilos. Lo que no pude ocultar fue mi palidez, hasta ahora estoy tomando de nuevo el color, pero la mayoría de la gente sabía cuál era el proceso.Se me cayó el pelo y las cejas, pero en el momento en que usted está luchando por la vida esas cosas pasan a un segundo plano.

En pocas palabras

¿El tener dinero lo hace sentirse más que los demás?

No. Siempre he pensado que estoy en igualdad de condiciones, a veces se ve tergiversado porque me gustan los carros, pero no saben que dentro de este carro hay una persona.

¿En qué se gasta la plata?

En mi hobby: coleccionar carros a escala, viajar y cambiar de automóvil.

¿ Cómo es su nuevo carácter?

Siempre he sido de posiciones. No me gusta ser gris o café con leche, me gusta blanco o negro, y pienso que ahora ese carácter viene con fe.

¿Si no tuviera el Sierra cómo sería?

Me ha tocado trabajar mucho por posicionar mi nombre, porque uno no puede vivir del de los padres, de este debe sentirse solo orgulloso .

¿Hasta cuándo vivirá con sus papás?

Siempre digo que estoy esperando a que ellos se vayan.

¿Siendo el varón de la casa, es el que lleva las riendas?

Mis hermanas son más templadas.

¿Se ha sentido traicionado?

Sí, en la amistad. Fue en la Cámara de Comercio con mi segundo renglón Osman Olaya: no pensé que fuera a votar en mi contra.

¿Lo perdona?

Sí, pero no vale la pena tener una amistad con él.

¿Incursionaría en la política?

Pienso que puede ser un mensaje de la enfermedad, pero no estoy seguro, porque hay un tema familiar.

Credito
EL NUEVO DÍA

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