El arte de trabajar en equipo

TOMADA DE INTERNET-EL NUEVO DÍA
Son muchas las bondades del trabajo en equipo y, por ello, se insiste en optar por esta práctica para lograr resultados superiores. Es lógico que dos o más personas generen más ideas, propuestas, salidas, soluciones, que una sola.

El problema es cómo trabajar en equipo si, por lo general, cuando se intenta hacerlo surgen tantas dificultades que muchos terminan diciendo: mejor lo hago sólo y así evito dificultades.   

Es cierto, es difícil que las personas superen su deseo de imponer sus puntos de vista, de sobresalir, de subestimar a los demás, de considerar que sus  necesidades, ideas y propuestas son más importantes. 

¿Qué hacer entonces?

Lo primero es reconocer que, si bien usted puede optar por trabajar sólo, es muy probable que el resultado sea mejor si lo hace en conjunto con otros. Ello le permitirá la posibilidad de confrontar sus ideas y propuestas, de captar variados ángulos del asunto, de tener aliados a la hora de defender la propuesta, de enseñar y aprender de los demás, de hacer práctica de tolerancia y de respeto a los demás. 

Pero a su vez, si decide trabajar en equipo es necesario establecer y aceptar desde el inicio unas “reglas del juego”,  que beneficien a todos los participantes. 

El primero: deberá haber una persona que coordine el trabajo y cuya autoridad se reconozca y respete en beneficio del conjunto.

Es imperativo que se acepten y respeten las ideas del otro, escuchar sin interrupción e intervenir en orden y con respeto, cuestionando si hay lugar a ello, las ideas y no las personas. 

No monopolizar la conversación, cumplir con las tareas que se acuerden y asistir puntualmente a las reuniones, o presentar excusa válida y oportuna es vital. 

Es necesario estar dispuesto a aceptar el acuerdo de la mayoría, con la previsión de que puede dejar constancia de su desacuerdo, con las razones que le asistan. También es indispensable asegurar que se reconoce a todos el mérito y se da crédito por el trabajo que realicen. 

Y, como en el grupo habrá personas tímidas, menos participativas, o que no están familiarizadas con esa forma de trabajo o con el tema, deberán estimularlos para que participen, sin temor ni vergüenza. 

Esas personas pueden jugar un papel muy importante formulando preguntas inocentes o desprevenidas, o expresando inquietudes que puedan tener tantas otras personas escépticas en el entorno que recibirá el impacto del trabajo o propuesta que quieren desarrollar. 

También habrá en el grupo, algunos con gran capacidad crítica y, acaso, con actitud negativa o derrotista, y eso es bueno; de hecho, aceptar como regla de juego que el grupo asuma la responsabilidad de hacer y aceptar una “crítica aguda”, a la vez que objetiva y respetuosa, es una garantía de que podrán soportar luego la crítica externa y estarán mejor preparados para responder a los cuestionamientos que, de todos modos alguien de afuera les hará. Es, entonces, una forma sana de llenar vacíos y evitar o anticipar problemas.

Si establecidas las reglas de juego para participar o trabajar en grupo, alguien no las desea aceptar, lo mejor es que se retire y permita que los demás avancen con su trabajo. 

Significa que esas personas no logran superar su individualismo y, de permanecer, pueden generar serias dificultades al grupo, incluso, podría crear un clima de trabajo que, antes que inducir creatividad, diversidad y  eficiencia, puede llevar al fracaso. 

No obstante, esas personas deberán entender que hay situaciones en que no tienen opción, y que hoy hay que aprender sin demora a trabajar en equipo si queremos lograr beneficios para todos. 

Credito
MARTHA CRUZ Especial para EL NUEVO DÍA

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