Cultura ciudadana y competitividad

ARCHIVO - EL NUEVO DÍA
Es incomprensible la actitud de muchas personas que se quejan permanentemente de lo sucia que se ve la ciudad, de la falta de sentido de pertenencia, de la incultura de los ibaguereños, cuando son ellas, a su vez, quienes botan basura a la calle, dañan el mobiliario público, pitan las paredes y muros por el sólo gusto de hacerlo, invaden los andenes y poco les importa la suerte de la ciudad.

Otra moda que se ha impuesto es la de poner los avisos de los establecimientos comerciales lo más grande posible, casi ocupando toda la fachada, con profusión colores y haciendo gala de la falta total del sentido de la estética; quiénes así lo hacen no piensan en el daño que hacen al entorno, para ellos, que la estética de la ciudad se afecte negativamente es lo de menos, el que la fachada del edificio se dañe y desvalorice los apartamentos y casas del vecindario, los tiene sin cuidado.

De otra parte, se impone el subirle el volumen a los parlantes para no dejar charlar a los clientes; los administradores de almacenes y sitios de entretenimiento consideran que es mejor aturdir a los clientes y poca atención  prestan cuando se les solicita bajarlo, o cuando se queja el vecindario afectado. 

El peatón pasa por donde quiere y en el momento que le provoca; ignora por completo las cebras y el semáforo y camina por las calles en lugar de usar el andén, -bueno, aquellos por  donde se puede andar-. Y qué decir cuando quieren tomar un taxi  o bus?, le alzan la mano en cualquier lugar, menos en el paradero; por supuesto que los conductores no se quedan  atrás, paran cada diez metros y en cada esquina, así sea justamente cuando están doblándola; les encanta pitar y poner el radio a todo volumen. 

Es claro que una ciudad que no sea grata para vivir, tiene pocas posibilidades de generar oportunidades económicas importantes. Las grandes empresas buscan ubicarse en entornos que ofrezcan condiciones ambientales y culturales para retener a su gente. 

Decimos que queremos una Ibagué competitiva, pero quedamos cortos en realizaciones para lograrlo, más aún, hay muchos que piensan que esa es tarea de los otros. Ante nuestra realidad, se impone una gran tarea para padres de familia, maestros, comunicadores y directivos de empresas y, muy especialmente, para quienes dirigen la ciudad y el Departamento. Es impostergable desarrollar y fortalecer la “cultura ciudadana”, acompañada de los mecanismos adecuados para hacer cumplir las normas,  y  si los ciudadanos no toman conciencia y participan en forma activa, lamentablemente nos estaremos alejando cada vez más de la posibilidad de mejorar nuestra calidad de vida y las oportunidades de desarrollo para la ciudad y para región. 

Cabe entonces recordar que: “La competitividad de una ciudad depende primordialmente de la calidad de las personas que residen en ella, y de su habilidad para desarrollar y atraer talento, o sea, del atractivo que represente vivir en ella. 

El factor fundamental que determina el éxito de una ciudad es su habilidad para ofrecer un nivel de vida competitivo frente a otras ciudades de clase mundial” Knight y Gappert.

Credito
MARTHA CRUZ ESPECIAL PARA EL NUEVO DÍA

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