Justicia y respeto comienzan por casa

TOMADA DE INTERNET - EL NUEVO DÍA
Cuando los colombianos expresamos repudio a la violencia y clamamos por la justicia, el respeto y la paz, en general estamos pensando en los atropellos que recibimos de otros, especialmente de los grupos alzados en armas, que sin duda son atroces.

No obstante, a pesar de que las estadísticas nos lo recuerdan, parece que ignoramos que es mayor el número de víctimas de la violencia generada por la delincuencia común, por las confrontaciones por intolerancia y por la violencia doméstica. Así mismo, parece que no incluimos en nuestras consideraciones los actos de violencia e injusticia que cada uno de nosotros protagoniza, porque, como lo señala el adagio popular: es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga que cubre el nuestro.

Ahora, cuando esperamos que el Gobierno y la guerrilla de las Farc suscriban acuerdos de paz en La Habana y avancen los diálogos con el ELN, para caminar por un proceso de superación del conflicto armado, resulta imperativo que revisemos de qué manera cada uno de nosotros va a aportar para que ese clima de paz efectivamente se haga realidad porque, por supuesto, no basta con suscribir los acuerdos, eso es solo el inicio, el resto es responsabilidad de TODOS.

A manera de ejemplo de lo que podemos hacer me refiero en esta ocasión a la necesidad de ser justos y tratar con sumo respeto a quienes nos rodean: a su cónyuge, a sus hijos, a los mayores, a sus compañeros de trabajo, a quienes trabajan para usted, aceptando que la justicia y el respeto comienzan por casa y que solo si allí se practican y se enseñan estos valores, podremos tener un entorno y un país en paz.

Asombra observar cómo hay tantas personas, inclusive con altos niveles de educación y recursos económicos, y asumiendo posturas arrogantes y abrumadas por complejos de superioridad (que siempre denotan profunda inseguridad), mal pagan y maltratan de palabra y hasta de acción, a quienes les sirven como empleadas en el hogar o en la empresa, o le atienden en el restaurante; a los conserjes, porteros, guardas de seguridad, a los administradores del condominio o edificio donde habitan. 

Esto es, a personas en un cierto nivel de indefensión y a quienes, con frecuencia, solo les queda el llanto y la rabia como respuesta porque necesitan del trabajo, y eso lo saben quienes les agreden y se convierten en abusadores, sin que, en general, haya alguien que les llame la atención, bien porque actúan de igual manera, porque no les importa, o porque no quieren meterse en problemas. Resulta entonces muy difícil entender que personas como las mencionadas hablen de justicia y paz si personalmente no las practican.

Cuando inicia 2015, año en que los colombianos anhelamos avanzar hacia la superación de la violencia que por tantas décadas nos ha afectado y tantas oportunidades de crecimiento y desarrollo han malogrado, cabe convocar a la reflexión seria y profunda, que nos permita responder con sinceridad si con nuestras actitudes y comportamientos estamos contribuyendo al logro de esa sociedad justa y en paz que anhelamos.Reiterando que la justicia, el respeto y la tolerancia son valores, actitudes y comportamientos que comienzan en casa y que exigen que las apliquemos todo el tiempo, en todos nuestros actos, con la naturaleza y con todas las personas, muy  especialmente con las más débiles e indefensas. Si no lo hacemos de ese modo, no solo no aportamos al gran logro de vivir en paz sino que estaremos malogrando las posibilidades que hoy vislumbramos.

Credito
MARTHA CRUZ ESPECIAL PARA EL NUEVO DÍA

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