No hay duda de que son estas últimas las que prefieren las organizaciones, sobre todo en tiempos difíciles cuando, antes que llevar nuevos problemas se requieren personas capaces de abordarlos, dándoles la dimensión que les corresponde, y asumiéndolos con iniciativa, creatividad y diligencia. 

Por tal razón, son ellas quienes mayor posibilidad tienen de conservar su trabajo  o de encontrar uno nuevo. También, son ellas quienes más aportan como directivos, miembros de familia, vecinos y amigos.

No importa que todas las iniciativas que propongan no sean acogidas, porque algunas serán muy buenas y otras no tanto o, simplemente porque hay problemas que no tienen solución y hay que reconocerlo.

Lo que en verdad importa es la actitud positiva y dispuesta a aportar soluciones, el buen ánimo y la eficiencia, entendiendo que los inconvenientes son parte de la vida diaria y que son la oportunidad para demostrar su capacidad para abordarlos. Estos son comportamientos especialmente apreciados en todo lugar.

Grave defecto es asumir todo como un problema, exagerarlos, adoptar una actitud quejumbrosa ante ellos, discutirlos en escenarios inadecuados o con personas que no pueden aportar a su solución, darles vueltas innecesarias y  demorarse en resolverlo.  

Todo ello constituye un desgate que agrava los problemas y genera malestar a usted y a quienes le rodean. Tanto, que personas así suelen ser aisladas porque son percibidas como problemáticos, enredados, aburridos y hasta incapaces.

Seguramente usted conoce algunas personas de quienes siempre esta prevenido porque anticipa que cualquier cosa que se les proponga, así sea un asunto de poca monta o de gran importancia, casi que sin terminar de escuchar el asunto, la recibe con una larga lista de razones por las cuales es mejor no hacerlo…., porque no se puede o no conviene.

En esas condiciones se mata la iniciativa, la creatividad y la imaginación, y se frustran muchas posibilidades y oportunidades. 

Ello es especialmente grave cuando, quienes asumen semejantes actitudes son directivos, padres, maestros o, en general personas con alguna autoridad, que utilizan para aplastar la iniciativa de los demás sin darse cuenta que con ello impiden que otros crezcan y se desarrollen  como personas proactivas y capaces de contribuir al avance de empresas, instituciones, familias y comunidades.

Por supuesto, es necesario que los problemas sean analizados  y se  exploren múltiples salidas, si las hay,  así como las iniciativas y propuestas que surjan, sopesando sus pros y contras, de tal modo  que le permitan adoptar decisiones acertadas y prudentes. 

Y, es evidente que este proceso tendrá resultados muy distintos si los asume desde una perspectiva de problemático o de solucionador.

Conviene, entonces, que nos preguntemos ¿qué tanto tenemos de lo primero y  de lo segundo?  Tengamos claro que comportarse como alguien que sólo ve los problemas y consume su tiempo quejándose de ellos, constituye un mal muy grave y contagioso. Si usted es así, es definitivamente debe imponerse el reto cambiar pronto y a fondo, porque este país y esta región, lo que necesitan es gente que soluciones; en otras palabras, gente positiva y proactiva.