Deje la pereza y cumpla sus metas

TOMADA DE INTERNET - EL NUEVO DÍA
Comenzó el segundo semestre y es momento propicio para revisar el avance de los propósitos que se hizo para el nuevo año.

Si ha hecho poco o si está muy retrasado, si se da prisa aún hay tiempo para cumplirlos, trabaje para que cuando llegue el momento de evaluar los resultados, pueda sentirse satisfecho consigo mismo. 

Para lograrlo es urgente  sacudirse de un mal que ataca fuertemente: el hábito de postergar y la “flojera”.

Es lamentable observar tantas personas que, aún siendo muy jóvenes, parece que hubieran nacido cansadas.  

Hoy son muchos quienes optan por pasar largas horas leyendo basura o frente al televisor o al computador, no precisamente haciendo un trabajo, sino observando inutilidades, mientras dejan asuntos de interés para más tarde, incluso compartir con la familia y amigos o disfrutar de la naturaleza.

Cuando se arraigan comportamientos y actitudes de ese tipo, inclusive pueden llegar a perder oportunidades de trabajo remunerado, porque cuando se presentan, decepcionan a los posibles empleadores que perciben la pereza y el desánimo, mientras que lo que buscan son personas que irradien energía, entusiasmo, iniciativa y ganas de trabajar y de aprender.  

El gran desafío es sacudir esa pasividad que solo lleva a la mediocridad. En tiempos donde todo lo quieren fácil, rápido y sin un mínimo de esfuerzo, se requiere inducir a la reflexión y motivar especialmente a los jóvenes para hacerles entender que si quieren surgir como personas y construir familias sólidas y prósperas es imperativo actuar con energía, cultivar un espíritu emprendedor y la alegría de compartir e involucrarse en actividades significativas para usted y para otros. 

En consecuencia, es beneficioso asegurar que niños y jóvenes reducen el tiempo que dedican a las actividades pasivas y, en cambio, se involucran en actividades gratificantes, en el deporte, el arte, la lectura, por ejemplo y, además, que se imponen retos y trabajan con entusiasmo para lograrlos. 

Acostumbrarse a postergar y a la inactividad, acaba con la energía que podría ayudarle a alcanzar los propósitos que se tengan. 

La pereza puede convertirse en un problema grave que impide logros en el estudio, en el trabajo y en las relaciones personales. Una persona perezosa empieza a incumplir sus compromisos y miente fácilmente para quedar bien.

La pereza y el fracaso van del brazo, por tanto, hay que sacudirse de ella y participar activamente de la vida familiar, social y cívica. 

La familia, la comunidad y la ciudad necesitan de personas dinámicas que aporten todo cuanto esté a su alcance para mejorar la calidad de vida suya y de su entorno; así, al final  de sus días podrá sentir que su vida fue útil.

Credito
MARTHA CRUZ

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