Valore donde vive

TOMADA DE INTERNET - EL NUEVO DÍA
Es una lástima la poca autoestima que tienen algunas personas que viven en la ciudad. Es lamentable que a muchos niños, adolescentes y adultos, poco les importe hacerle daño y destruir los elementos del entorno que con tanto esfuerzo se logran para el beneficio de todos, y, peor aún, cuando la destrucción se hace en forma malévola, para divertirse y agredir a los demás, aún cuando suene duro.

Infortunadamente en los sitios públicos de Ibagué, más se demoran en pintar paredes y reparar el amoblamiento que en dañarlos nuevamente. En calles recién reparadas, muy pronto aparecen signos de destrucción; en los colegios y escuelas los muebles registran escritos y daños por todos lados, al igual que las puertas de los baños, y en las mesas de las cafeterías. El mobiliario urbano como paraderos, bancas, monumentos, fuentes, etc. son elementos que no permanecen en buen estado por mucho tiempo pues los destrozan, rompen o enmugran. Todo ello produce enorme desolación, pues demuestra total ausencia de afecto por la ciudad que nos da albergue y oportunidades.

Las consecuencias de este comportamiento destructivo de algunos, son severas para quienes no tienen acceso a recreación privada, puesto que cada daño les quita oportunidades de esparcimiento. También lo son para el erario que cuenta con recursos limitados y, que con gran esfuerzo y después de mucha gestión logra ejecutar algunas obras. Así mismo, para las entidades privadas que apoyan proyectos de embellecimiento resulta desmoralizante ver el poco aprecio por obras ejecutadas con gran esfuerzo. Y, en conjunto, para la ciudad, es funesto pues difícilmente se puede mostrar a visitantes o atraer turistas cuando el amoblamiento urbano se encuentra en tan lamentables condiciones. También, para la economía en general, es una lesión enorme, puesto que es mucho más difícil atraer inversiones a una ciudad poco atractiva y con tan poca cultura ciudadana.

Aquí cabe preguntar: ¿Es que la gente en sus casas igualmente destruye sus pertenencias de ese modo y les gusta vivir en medio de la mugre y el destrozo? Seguramente que no, allí sí cuidan. Entonces es preciso recordar que la ciudad es una extensión de la casa, que el amoblamiento urbano y demás obras que se construyen nos pertenecen a todos, porque se han hecho con los impuestos que pagamos los ciudadanos. Que sólo nosotros somos dueños de tales espacios y que, por lo tanto, hay que cuidarlos para disfrutarlos.

Es inaplazable, tomar la decisión de combatir ese hábito destructivo que se viene observando. Sabemos que la tarea no es fácil, pero debemos emprenderla con vigor y para lograr buenos resultados se necesita el firme compromiso de todos. En primer lugar de los padres, que deberán reforzar su tarea educadora con sus hijos, pues son ellos quienes deben enseñarles a cuidar y respetar, desde los primeros años.

A su vez, corresponde a los directivos y profesores de escuelas y colegios, ocuparse de afianzar comportamientos solidarios y positivos en sus estudiantes. Por supuesto, también se requiere del apoyo de la ciudadanía para cuidar los escenarios, así como de los organismos de vigilancia de la Policía y demás entidades que les corresponden esta tarea.

Ibagué debe permanecer limpia, agradable y con su amoblamiento en buen estado, porque quienes la habitamos nos ocupamos de no arrojar basuras al piso, ni enmugrar las paredes y sus espacios así sean sencillos, ni destruir los elementos que la adornan, y no como resultado de tener a cientos de policías vigilando, cientos de escobitas barriendo o cientos de personas reparando los daños, porque ello implica un enorme costo para la ciudad, recursos que bien pudiera aplicarse a ofrecer mayores realizaciones.

Hagamos de Ibagué una ciudad grata y amable, es una decisión que está en manos de quienes vivimos en ella. 

Credito
MARTHA CRUZ

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