Su comportamiento y sus complejos

Todo en usted comunica y emite mensajes a los demás. Por ello, es necesario revisar nuestras actitudes, comportamientos y expresiones, y observar si con ellos estamos proyectando una imagen diferente de la que queremos que otros tengan de nosotros.

Bien puede suceder que deseamos que quienes nos rodean y muy especialmente la gente que más nos importa, nos perciban como personas: respetuosas, amables, positivas, proactivas, inteligentes, creativas, solidarias, trabajadoras, diligentes, confiables, honestas, seguras, etc., etc., pero todo el tiempo y de modo inconsciente estamos emitiendo mensajes abiertos o sutiles que confirman todo lo contrario.

Para este ejercicio tomemos sólo un aspecto de los múltiples que pudiéramos considerar. Lo selecciono porque son numerosos los lectores que piden que haga referencia a ello. Se trata de aquellas personas que, discrepando de cuanto dicen, proyectan una imagen de persona acomplejada y resentida con lo cual sólo logran el rechazo abierto o encubierto de quienes le rodean. Para examinar cómo estamos en esta materia, conviene que con máxima sinceridad respondamos las siguientes preguntas:

¿Cuando le preguntan cómo le ha ido, usted responde: Como cuando usted era pobre?

¿Suele usted decir que es pobre pero honrado?

¿Usted dice que compró un carrito o una casita, en lugar de decir que compró un carro o una casa?

¿Cuándo alguien no lo saluda piensa que lo hace a propósito porque se cree mucha cosa o quiere menospreciarlo?

¿Le gusta hablar de lo que hace, de lo que compra y cuánto cuesta, aprovecha para exagerar el precio y destacar la marca, así sea “chiviada”?

¿Habrá quiénes piensan con razón, que se le subieron los humos porque mejoró de empleo o compró carro o casa en un sitio de estrato más alto?

Si ha respondido positivo varias de las preguntas anteriores, debe admitir que usted tiene actitudes de persona acomplejada y resentida.

Por lo general, los complejos se originan en la propia mente y con frecuencia tienen que ver con factores físicos, condiciones emocionales o deseos insatisfechos. Las personas acomplejadas suelen tener problemas de baja autoestima y se sienten rechazadas, inseguras, amargadas, e inferiores a los demás.

Lo más complicado es que este problema se expresa con actitudes defensivas, altanería, insolencia, envidia, agresividad o irrespeto. También suelen ser muy sensibles y susceptibles; a menudo interpretan los gestos, las palabras o las actitudes de los demás, como rechazo o falta de interés por su persona y, por ello, con frecuencia tiene problemas con quienes les rodean.

Quienes tienen complejos están pendientes de los comportamientos, debilidades, logros y posesiones de los demás, pero poco valoran sus fortalezas y mucho menos tienen capacidad para enfrentar y aceptar sus propias debilidades con serenidad.

Si se decide a trabajar para superar sus complejos, lo primero que debe hacer es reconocerlos, precisar hasta donde sea posible, su origen y las reacciones que los ponen en evidencia; luego puede decidir hacer algo para cambiar, adopte una actitud positiva, tenga la certeza de que con voluntad y trabajando en la dirección correcta, usted remedia o al menos alivia su problema.

Observe el lado positivo de las personas y las cosas, reconozca lo que tiene, lo que sabe, lo que vale usted y los demás; evite compararse permanentemente con otros, especialmente con quienes tienen más de aquello que usted desearía tener (salud, silueta, belleza, dinero, posición social o éxito personal o profesional, reconocimiento social o profesional en el medio).

Aprenda a quererse usted mismo y alégrese con los logros de los demás. Así ganará confianza y seguridad y con certeza se sentirá mucho mejor y será mejor recibido y apreciado.

Credito
Martha Cruz

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