Recién bañado y con una sonrisa les quiero contar que tengo COVID-19.

Quise hacer esta publicación con el objetivo de que sea un llamado a la calma. Luego de diferentes entrevistas y la toma de la muestra, los resultados llegaron 10 días después. 

El contagio se generó a través de una cadena local, es decir, no hubo contacto con personas que vinieran del exterior.

Hace un par de semanas comencé a sentir algunos síntomas leves como decaimiento, un poco de fiebre, dolor de cabeza y mucha congestión, síntomas que pasaron en menos de una semana. A la par, perdí el gusto y el olfato, sentidos que tardaron más de dos semanas en recuperarse. 

Luego, durante la semana siguiente, tuve dolor de estómago constante y diarrea (nada grave). Hasta el día de hoy, el dolor de cabeza y el desaliento no me permiten rendir al 100% en mis actividades desde casa, pero estoy seguro que ya superé lo más difícil.

De todo este proceso solo tengo experiencias que me gustaría compartir con ustedes:

1. El aseo personal y de los espacios si funciona. A pesar de ser positivo, la persona con quien más tuve contacto de mi casa es negativa.

2. Delegar a una sola persona a salir la menor cantidad de veces posible de casa tiene como resultado que la cadena de contagio para conmigo. No está de más recordar que debemos cuidar de nosotros, de los nuestros, pero también de los demás.

3. Todos los organismos reaccionan diferente, así que no todos tendremos los mismos síntomas, por lo que su gravedad puede variar (NO es una muerte segura tener COVID-19).

4. Los tratamientos caseros ayudan mucho a fortalecer nuestras defensas (mis mejores amigos fueron: Acetaminofén, agua de panela con limón y propóleo).

Gracias por leer esto, salir delante de esta crisis es un compromiso de todos. Respetemos las medidas y sigamos los protocolos para que podamos volver al ruedo más fuertes que antes.