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Con su altura de 439 m.s.n.m., el calor es aprovechado por los ciudadanos para comprar café mojado, que, luego de ser expuesto al sol y pasado por silos, es vendido a mejor precio a la Federación o a cooperativas de cafeteros.
En el barrio Macondito están ubicados estos patios. En uno de ellos, Olga Cuéllar compra el café proveniente de Anzoátegui e Ibagué y riega el grano, para que sea secado por el intenso sol.
Esta mujer, nacida en Pitalito, maneja el depósito Torres, negocio de su esposo, también huilense, y compró hace más de 12 años el lote para iniciar su negocio familiar; hoy en día, y durante esta temporada, alcanza a contratar a 20 personas que le ayudan con este oficio.
“Acá recibimos los viajes, pesamos los bultos y regamos el café, luego lo pasamos por los silos o guardiolas y, así, garantizamos un grano completamente seco”, añade Olga Cuéllar.
Más tecnología
El patio del alvaradense Jairo Ariza Álvarez cuenta con dos silos, cada uno con capacidad para secar cinco toneladas de café; por supuesto, estos reducen el tiempo significativamente.
“Desde hace 25 años tengo la compraventa; en ese entonces, nos tocaba regar el grano en los patios y con un palo revolcarlo. Durábamos hasta cuatro días esperando a que quedara bien seco. Ahora, con estos silos que funcionan con electricidad y sisco de café, se genera un vapor que seca cinco mil kilos en 24 horas”, cuenta.
De esta manera, esta población, ubicada a 20 kilómetros de la Capital Musical, también recibe dinero de la cosecha cafetera que por estos días abunda en las cordilleras colombianas.
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