La ‘berraquera’ de la mujer campesina detrás del cultivo de moras

Crédito: Jorge Cuéllar / EL NUEVO DÍAEl cultivo de mora en Murillo es una actividad que, además de desempeñarse por hombres y mujeres, se convierte en una herencia para los niños y jóvenes.
En el límite de Villahermosa y Murillo el cultivo del fruto rojo se convierte en una forma de ganarse la vida, a pesar de las dificultades y las pocas ganancias que se obtienen. Detrás de cada libra de mora de la Asociación Frutimur, hay una historia de constante lucha y perseverancia.
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La fertilidad de las tierras en Murillo brinda un abanico de oportunidades para las mujeres campesinas. La ‘berraquera’ y tesón que las caracteriza se convierten en un motor que las impulsa a superar cualquier obstáculo y a convertir las dificultades en oportunidades.

Una de esas alternativas es la mora, un fruto que soporta la economía de varias murillunas y le permite a las madres cabezas de familia, empoderarse para sacar a sus hijos adelante. “Hace 20 años tenemos el cultivo. Este es el medio económico que mi esposo nos dejó para nuestro sustento”, narró con nostalgia María Haidive Solano, una mujer de cálida personalidad que enviudó hace nueve años y que lleva consigo el recuerdo intacto de don Carlos Alberto Garzón Legada.

Y cómo no hacerlo si fue él, quien al llegar a la finca La Fortuna, vio el futuro de la mora y lo que podría lograr para sus cinco hijos, por ello, con entusiasmo y sin dudarlo empezó a darle vida a la plantación.

“Cuando nosotros llegamos a esta finca, empezamos a trajinar estos caminos y a conocer a nuestros vecinos, cuando mi esposo se dio cuenta que había mora, le llamó mucho la atención porque en ese entonces vivíamos de su jornal, se ganaba 15 mil pesos en el día.

“Los que hoy son nuestros socios, le colaboraron con 50 plántulas y empezamos a trabajar. Luego fuimos aumentando y hoy tenemos cerca de mil”, contó Haidive y agregó que le apuesta a una producción limpia.

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Así como las plantas de moras, que muestran una gran fortaleza en el transcurso de su vida, que puede llegar hasta los 25 años, también lo hacen las mujeres productoras, pues además de estar pendientes de los cultivos, no pueden descuidar su rol de amas de casa, madres y jefas de hogar.

A pesar de la complejidad de las labores del campo y que no cuentan con el servicio de energía eléctrica en la vereda, María Haidive le pone su empeño diario a la plantación, dedicación que fue heredada por sus hijos y sus nietos Sofía, Valery y Edison Garzón, quienes a sus cortas edades, 5, 10 y 15 años respectivamente, son unos expertos en la recolección.

Los niños con las energías propias de su edad, se mueven con gran agilidad entre las plantas recolectando el fruto rojo, su entusiasmo compensa, en parte, el gran esfuerzo que significa llevar los baldes de mora, desde la vereda el Rocío, ubicada en Villahermosa, hasta el casco urbano de Murillo. Trayecto que se recorre por cercanía geográfica con el mercado.

“Es muy difícil la salida al pueblo, nosotros en muchas ocasiones nos debemos someter a diferentes situaciones. A veces debemos sacar la mora al hombro porque hay deslizamientos de tierra y no podemos pasar con los animales, no pueden salir”, indica María Haidive.

Y es que un ‘talón de Aquiles’ de los campesinos y agricultores en las regiones, indiscutiblemente son las vías, tanto así que en ocasiones es frustrante vivir en una tierra fértil y productiva que no cuenta con la facilidad de llevar los productos a la venta. “Las tierras son muy buenas para tener mora, arveja, haba, maíz, muchos otros productos, pero debido a nuestra situación económica no podemos avanzar”.

María Haidive, quien afortunadamente cuenta con el apoyo de su familia, debe vivir una ‘odisea’ semanalmente para llevar su producto al mercado.

Al salir de la ‘Fortuna’, un predio rodeado por hermosos paisajes, se toma un camino de herradura que se cruza con el río Lagunilla, luego se cae a una verde  planicie. Después, se empieza un ascenso por un camino empedrado y por el que se debe andar como equilibrista.

En temporada de invierno la situación es más compleja, pues el barro impide dar pasos con facilidad en una senda que en varios de sus tramos se vuelve más angosta. Recorrer el complicado trayecto por más de dos horas es un gran reto,  pues si se da un paso en falso puede significar un accidente en una zona apartada y poca transitada, sin olvidar que la carga debe moverse con gran cuidado para tener la fruta lo menos golpeada posible.

Esta travesía no sería posible sin el apoyo de los caballos y mulas que fielmente acompañan a los productores. A pesar de la destreza que tienen estos animales por naturaleza para moverse en zonas agrestes, algunos han resbalado con la carga por los precipicios que bordean el camino.

“El trayecto que caminamos es muy dispendioso, las vías son pésimas así sea la carreteable o los caminos con las bestias. Desde hace tiempo nosotros, a través de la Junta de Acción Comunal, hemos hecho peticiones, pero el gobierno de pronto no conoce nuestros caminos y las dificultades, por eso no nos han escuchado o atendido. No sé cuánto tiempo tendremos que seguir en esta vida tan difícil que tenemos en el campo”, expresó la mujer.

Tras llegar a una vía vehicular destapada, los baldes son transportados en motos hasta Murillo, rogando al cielo que lleguen en buenas condiciones para poder venderla toda.

El tener una buena o baja temporada de producción depende del clima, en época seca se logran mover entre 10 y 12 canecas, cada una de 27 libras y en invierno se alcanza a llegar a cinco. En cuanto a los precios “están pésimos porque estamos sacando mora, a pesar de nuestras dificultades, a razón de $800 o $900 la libra”, valor que no compensa el costo de producción.

“Nos tienen muy abandonados a nosotros en el campo y más a las mujeres”, comentó.

La productora llamó la atención en que mientras a ella le ponen peros al momento de comprar la mora y ofrecen un precio bajo, en las ciudades, después de la intermediación, así esté golpeada se paga en ocasiones a más de mil 500 pesos la libra, “eso a veces nos entristece y se nos va acabando las fuerzas para seguir cultivando”.

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Trabajo en asociatividad

María Haidive es una de las 15 mujeres que conforman la Asociación Productora de Frutas y Verduras de Murillo, Frutimur, organización que ha luchado por años para sostenerse, “los logros que hemos obtenido por el Ministerio de Agricultura han sido pocos, aunque es de mucha ayuda lo que nos han suministrado, pero para lo que necesitamos es muy poco, los abonos están carísimos, es muy difícil el trabajo de nuestra mora por eso”.

A la fecha Frutimur, tiene alrededor de 28 pequeños productores. En gran medida las socias son mujeres cabeza de familia, igualmente, hay integrantes hombres, “podríamos cultivar mucho más, pero nuestra situación económica no nos permite avanzar”.

Actualmente, en la sede ubicada en Murillo se cuenta con una despulpadora, pero se necesita apoyo, pues con todas las dificultades que genera los bajos precios no se cuenta con los suficientes recursos para ponerla en marcha, “lo que más necesitamos es un mercado, donde nos paguen la mora a un precio que nos permita seguir avanzando”.

La cultivadora comentó que le gustaría invitar al Ministro de Agricultura y al Presidente del país a caminar con los campesinos para que conozcan “nuestros caminos y dijeran sí vamos a colaborarles, porque es real lo que ellos viven, para que se den cuenta de la dificultada de llevar y salir con nuestros productos.

“Y a todas las mujeres y amigas, les digo que no desmayemos, que seamos fuertes, que nos unamos y continuemos nuestros caminos, pidiéndole a nuestros gobiernos que fijen sus ojos en nosotras, que nos tengan en cuenta”.

Al conocer de cerca lo que hay detrás de una libra de mora, no hay duda que las mujeres y hombres productores tienen una conexión especial con el campo, “tenemos que ser fuertes porque de lo contrario nos moriríamos de hambre. Así sean nuestros productos a bajos precios, tenemos que trabajar porque es la única manera de sostener y educar a nuestros hijos. Con muchas dificultades tenemos que estar frente a nuestros cultivos”.

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Soporte familiar

Mary Luz Sánchez León, asesora de proyectos de la Alcaldía de Murillo, explicó que en Frutimur son 28 familias las que se sostienen económicamente con la producción de las moras, por ello, actualmente se está trabajando en la formulación de un proyecto para contar con una mejor base económica. “En nuestro municipio, en las familias hay más mujeres, entonces las que desarrollan estas labores, en su mayoría son ellas”.

Sánchez explicó que una de las principales tareas es encontrar clientes estratégicos y aunque se han tenido algunos acercamientos con potenciales clientes, hace falta una mayor producción, pues al parecer los compradores necesitarían seis toneladas de fruta y actualmente se logra llegar a seis arrobas semanales dependiendo de las condiciones climáticas y fitosanitarias.

Igualmente, expresó que entre las propuestas del mandatario Antonio José García, está apoyar la asociatividad, capacitar a los habitantes en turismo sostenible, “empoderar a las comunidades y a través de las Juntas de Acción Comunal, se está haciendo un estudio de cuáles son las necesidades puntuales en cada territorio para poder surgir y poder fortalecer procesos productivos y asociativos”.

 

DATO

Una de las mayores peticiones de María Haidive es contar con el servicio de energía eléctrica en su finca, aunque ha hecho gestiones hasta el momento no ha recibido respuestas.

Credito
XIMENA VILLALBA C.

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