Gobierno debe aprovechar la crisis del proceso con el ELN para darle un timonazo

COLPRENSA - EL NUEVO DÍA
Antes de la Navidad, el Gobierno nacional trazará un nuevo rumbo en el proceso de paz que se adelanta con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Quito, Ecuador, desde febrero de este año.

Aunque el jefe negociador por el Gobierno, Juan Camilo Restrepo, dice que en estos ocho meses de fase pública “hemos avanzado mucho”, lo cierto es que su renuncia -al parecer por razones personales- ha desatado toda suerte de conjeturas sobre el verdadero avance de esta negociación.

Para empezar, su renuncia, lo mismo que de los plenipotenciarios, general retirado del Ejército Eduardo Herrera Berbel y del empresario paisa Juan Sebastián Betancur, no convence a todos los expertos sobre la solidez del proceso.

Una primera teoría apunta a que el equipo negociador, del que también renunció protocolariamente el experto José Noé Ríos, dimitió debido al ‘cortocircuito’ que generó la ‘mesa paralela’ que el presidente Santos integró como soporte del equipo en Quito.

De esa ‘mesa paralela’ hacían parte el exministro Álvaro Leyva Durán, el senador Iván Cepeda y ocasionalmente el expresidente liberal Ernesto Samper.

Ninguno de ellos se ha pronunciado sobre los verdaderos alcances que ha tenido esta instancia de consulta y asesoría.

Según el jefe de Estado, “esos son rumores que buscan hacer daño al proceso”, y desmintió cualquier amago de crisis en el proceso con el ELN, pero expertos consultados tienen otra lectura del verdadero avance de la negociación.

De una parte, el exasesor de Seguridad Nacional, Carlos Eduardo Jaramillo, considera que “no es normal” -como califica el Presidente la renuncia de sus negociadores- que se cambie a todo el equipo de plenipotenciarios durante un proceso.

“Eso significa que la negociación ha sido difícil, lo que se sabía desde un principio”, dice el experto, pero agrega que este proceso con el ELN tiene unas características “que lo hacen muy complejo”.

Una de esas es que aún está en duda la verdadera cohesión de todos los frentes que integran esa guerrilla. Tanto así que en un video que divulgó el 29 de septiembre pasado, su máximo comandante, Nicolás Rodríguez Bautista, ‘Gabino’, dio la orden de que todos sus integrantes respetaran el cese el fuego y de hostilidades. Pero esa orden, al parecer, no ha sido acatada por todos los bloques de ese grupo.

De hecho, desde que se pactó el silencio de los fusiles, el 1 de octubre, se han registrado varios hechos que ponen en duda la orden de ‘Gabino’, entre ellos el asesinato de un gobernador indígena en Chocó y la masacre de 13 personas en Magüí Payán, Nariño.

Por ello, Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac), sostiene que “el cese se ha cumplido en términos generales a pesar de algunos hechos ofensivos del ELN contra la Fuerza Pública. Es el resultado más tangible del proceso, pero eso no se logró en la mesa de negociación”.

El incumplimiento del cese el fuego “lo que refleja es que el ELN no tiene un mando unificado, no se le ve voluntad de paz y menos la intención de abandonar las armas. Así el Gobierno cambie al equipo negociador, ese proceso seguirá en crisis”, afirma el senador del Centro Democrático y experto en seguridad nacional Alfredo Rangel Suárez.

En ese sentido, el asesor de Paz de Antioquia, Jaime Fajardo Landaeta, agrega que “el ELN no ha terminado de unificar su fuerza interna alrededor de la negociación. Muchos de sus miembros creen que la tregua bilateral es evitar el fuego contra la Fuerza Pública y respetar la infraestructura, pero el cese de hostilidades es mucho más que eso: es no atacar a la población civil, es cesar los secuestros, no más asesinato de personas, no más desplazamiento y debo decir que todo eso se le olvidó exigirlo a Juan Camilo Restrepo”.

Sin embargo, otro experto, el catedrático de la Universidad Nacional Alejo Vargas Velásquez, no considera que el proceso esté en crisis, aunque considera “desafortunada la renuncia del exministro Restrepo, mientras que la dimisión del general Berbel se dio por agotamiento, porque viene desde el gobierno Pastrana manejando los temas del ELN, y la de José Noé Ríos es protocolaria. Por eso no puede hablarse de crisis”.

Tampoco advierte el profesor Vargas de la existencia de una ‘mesa paralela’ en Bogotá, pues recuerda que igual ocurrió en el proceso con las Farc, pues a La Habana acudían de vez en cuando el exministro Álvaro Leyva y Enrique Santos, hermano del Presidente.

“A veces uno o varios terceros pueden ayudar a conseguir formas de superar las dificultades, obviamente tiene que haber anuencia de ambas partes. Pero no creo que se hayan hecho gestiones a escondidas del Gobierno, por eso no sabría decir si aquí se puede hablar de interferencias”, explica.

 

Pocos avances

Los consultados recuerdan también que la negociación con el ELN tuvo una fase confidencial que duró más de dos años, además de los ocho meses que lleva la fase pública en Quito.

Es un tiempo “suficiente”, según los analistas, para que el proceso tuviera resultados concretos. “La negociación de la agenda no ha avanzado, salvo pequeños avances en participación política. En verdad ha habido liderazgo muy pobre en el equipo de Gobierno, eso llevó al cambio de la delegación negociadora”, agrega el Director del Cerac.

Claro, ha habido algunos “avances significativos” en temas humanitarios y la permanencia en la mesa. “Más allá del cese, lo que no se ve es que el avance de la agenda de negociación es nulo. Hay acuerdo humanitario, hay algunos avances en participación política, pero no hay avances concretos de la agenda”, dice Fajardo.

 

Elecciones, el palo en la rueda

 Con todo, a los obstáculos que impiden mayor avance en el proceso, se agrega que 2018 será un año netamente electoral, y el cambio de Gobierno puede incidir para bien o para mal.“El ELN está trabajando hasta cierto punto con este Gobierno a la espera de que llegue el próximo, y eso es un error, porque el próximo presidente puede continuar o acabar este proceso.

Creo que la mejor apuesta es avanzar en esta negociación y dejar al próximo Gobierno un proceso consolidado. Jugar ambas cartas al mismo tiempo es un error craso, porque esta es la última oportunidad que tiene el ELN”, concluye Fajardo Landaeta.

 

Cambio de estrategias

Tras las renuncias, se espera que en los próximos días el presidente Santos dé un timonazo al proceso, con el cambio de sus voceros en la mesa de negociación y en la estrategia para hacerlo mucho más dinámico.

“El tema no es de personas, sino de la estrategia del Gobierno, y veo gran permisividad con los engaños y la falta de decisión del ELN para negociar este proceso, y eso ha mantenido empantanado el avance de la negociación”, señala el senador Rangel Suárez.

Para este experto, el Gobierno tiene que ser “más exigente y más vertical” en exigir al ELN que suspenda los secuestros, el ataque a la infraestructura y los hostigamientos a la población civil y que no siga copando regiones que antes eran de las Farc, “y que el ELN ratifique si de verdad tiene ese compromiso de llegar a un acuerdo de paz, o si no, que el Gobierno se levante de la mesa”.

Los expertos sostienen que este amago de crisis debe servir para revisar no sólo para ajustar el proceso, sino dar un nuevo enfoque al equipo negociador.

“Quienes lleguen al equipo negociador deben ser personas que tengan conocimiento sobre esa organización, sus dirigentes y su historia, y que sepan de negociación política. Pero, sobre todo, que tengan muchísima confianza del jefe de Estado y que el ELN los acepte así no comparta su pensamiento. Claro que esa confianza se construye a lo largo del proceso, pero tiene que ser gente con experiencia”, señala el analista y escritor Darío Villamizar Herrera.

Credito
COLPRENSA

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