Ahora hasta las hortensias se fuman. Sí amigo adolescente, sí, tú que estás leyendo este artículo ahora mismo, no vuelvas la cara para todos lados creyendo que no es contigo.

Si no consumes drogas, perfecto, eso significa que vas por muy buen camino, pero es importante que leas esto porque la ignorancia y la desinformación te hacen más vulnerable a aquellos falsos amigos que quieren ver cómo ingresas en el mundo de las drogas.

Y para ti, que estás con la curiosidad o que ya has estado probando, lo mejor es que te informes sobre las consecuencias de consumir drogas, porque esas frases de “solo será por esta vez”, “no me voy a enganchar” o “soy consumidor social”, terminan siendo solo mentiras que te dices a ti mismo.

Si crees que es una exageración, que nadie va a morir por fumar una hortensia, puede que tengas razón. No se trata de fumar una hortensia, se trata de que los alucinógenos y las sustancias psicoactivas, así como los ‘painkillers’ y opiáceos generan adicción.

Y no creas que con decir “no, mi cuerpo no es adictivo”, simplemente porque no te enganchaste con el cigarrillo, eso no te va a pasar. Debes tener en cuenta que aunque un cuerpo sea menos predispuesto por factores genéticos a la adicción, de cualquier manera el consumo prolongado puede llevarte al abismo.

El neurólogo Carlos Manrique, explica que “es verdad que algunos organismos son más propensos a generar adicción, pero en el caso del cerebro adolescente, este es más vulnerable de sufrir daños por el consumo de drogas. Es decir, se prueba una vez y hay un ligero daño. La presión social contribuye a que se siga consumiendo y así el cerebro resulta afectado en las zonas frontales y pre-frontales, que son inhibidores, lo que significa que la adicción avanzará más rápido, así como la degeneración del organismo”.

Claro, la droga genera placer momentáneo, pero los estragos en el cuerpo y el cerebro son muchos. Ya no serás la chica atractiva ni el joven guapo e interesante, y es mejor que tengas eso presente antes de consumir cualquier tipo de droga.

“Para los adolescentes es fácil engancharse porque son presionados por otros, porque se creen más fácilmente las historias sobre los beneficios de consumir alguna sustancia de este tipo”. Y en efecto, solo son cuentos. La droga no te hace mejor, solo te hace uno más de los consumidores.

Los analégiscos o ‘painkillers’

Es triste, pero según un estudio, 1 de cada 10 adolescentes hace uso indebido de los analgésicos o ‘painkillers’. El estudio fue de la Universidad de Michigan y no vale que digas que en Colombia no es igual y que eso es “allá, en Estados Unidos”. En nuestra sociedad también pasa y con más frecuencia de lo que se cree.

“Las pastillas son las más adictivas porque uno las encuentra fácil”, comenta Susana, una joven bumanguesa de 23 años que durante cinco ha estado luchando contra el consumo de pastillas. “Comencé con el éxtasis en una fiesta y me enganché, pero luego mi familia comenzó a prohibirme la vida que llevaba porque tenían temor de que me pasara algo, así que empecé a tomar las drogas que le prescribían a mi papá para un dolor de espalda que tenía. Fue terrible, los decepcioné demasiado”, cuenta Susana.

Hoy, Susana sigue luchando porque su experiencia la lleva a asegurar que muy pocas personas llegan a recuperarse totalmente de las drogas. “Es una ruleta rusa, unos sí se recuperan y otros no lo hacen del todo y otros nunca. Pero uno no sabe cuál de los tres casos será”. Susana tiene confianza en que logrará superar su adicción.

El neurólogo Carlos Manrique señala que “el problema con los analgésicos es que la respuesta que envían para calmar el dolor dura un cierto periodo de tiempo y con su uso prologando este periodo de tiempo se va acortando y se necesitará consumir cada vez más analgésicos, tanto en mayor cantidad como en un periodo de tiempo menor, lo cual genera dependencia”.

Las medicinas prescritas a los adultos también pueden ser un problema si no se manejan adecuadamente.

El psiquiatra Ronald Fuentes señala que el problema es que los padres tampoco saben manejar los medicamentos que les recetan. “Se autoindican la forma de tomarlos sin hacer caso de las disposiciones que se les dieron. Los dejan en cualquier parte y los chicos tienen acceso a este. Pasó con un medicamento para dormir cuyo abuso lo convirtió en una droga altamente peligrosa”. Para prevenir, hay que dar ejemplo y seguir las recomendaciones médicas al pie de la letra.

Qué hacer si tu hermano está usando drogas 

La conexión vista y sentido entre hermanos y hermanas es innegable y especial. Por esta razón, el sentimiento de sorpresa y decepción que sigue a la noticia de un problema de abuso de sustancias de un hermano puede ser abrumador. Pero, qué debes hacer:

1. Habla con tu hermano: no lo confrontes con gritos o ironías. Empieza una charla tranquila diciéndole que lo quieres o la quieres, y que por eso te preocupa lo que le pase. Si insiste en negar su problema, no accedas a discutir, simplemente dile que puede confiar en ti.

2. Habla con los familiares de tu confianza para establecer una reunión familiar donde todos sigan las mismas pautas de trato con tu hermano o hermana y busquen una manera de ayudarlo.

3. Busca tratamiento también para tí: los casos de adicción en el hogar afectan no solamente al consumidor de droga, sino también a su familia. Puedes sentirte impotente, detestar estar en tu casa y eso también te hace daño.

La moda de las hortensias 

Las pobres plantas de mamá ahora no estarán a salvo de los adictos. En Europa, los adolescentes reemplazan la marihuana por las hortensias, ya que suponen que tendrá los mismos efectos alucinógenos.

Pero si crees que esta es una buena idea y que de repente lo único que necesitas para ser feliz es un “porro de hortensias”, lo mejor será que sepas que una vez fumado, tendrás dolor de estómago, diarrea, mareo y se acelerará tu ritmo cardiaco. “La mayoría de sustancias alucinógenas tienen efectos secundarios que afectan inmediatamente el cuerpo”, señala el neurólogo Carlos Manrique. El éxtasis y la heroína, por ejemplo, producen vómito y diarrea, y la cocaína, impotencia. “En una discoteca conocí a un tipo, bailamos y decidí que pasaría la noche con él. El tipo estaba consumiendo cocaína y realmente no pudo hacer nada, fue vergonzoso. En la discoteca consumí una pastilla de éxtasis y aunque parecía que flotara, más tarde me sentí muy mal del estómago y tuve que ir al baño a vomitar. Muchas personas habían consumido y ya se imaginarán como estaban los baños. Fue realmente asqueroso”, comenta Susana, hoy de 23 años y quien se vio en apuros para salir de las drogas una vez que las probó.