La mermelada: ¿quien la reparte y para qué?

Jaime Eduardo Reyes

Bastante llamativa, por no decir risible, fue la noticia de la semana pasada en donde se registró que el presidente de la República, Juan Manuel Santos, le recordó a su vicepresidente, German Vargas Lleras, que el dueño de la chequera es el primer mandatario y no el suplente. La nota no podría generarse en otro país distinto al nuestro en donde la mermelada se ha convertido en el mayor activo político.

Así las cosas, la mermelada la reparte quien está en el poder para sostenerse en él.

Tener que hacerlo muestra la puja entre los dos sectores más importantes de la Unidad Nacional y que la competencia que existe entre los liberales y Vargas Lleras es significativa.

Y es que este es un solo caso de dicha situación; aún falta mucho por decir y escribir sobre la lucha por la sucesión de Santos en el Solio de Bolívar. Un tema del que se habla con mesura, pero del cual ya se habla, es la posible candidatura de Humberto de la Calle como el aspirante presidencial para el pos-acuerdo de los partidos liberal y de La U.

Tener que reivindicar quien reparte la mermelada a las autoridades locales muestra que el Presidente no dejará que su Vicepresidente se dispare como su sucesor sin su consentimiento. El supuesto compromiso hecho entre ellos para asegurar la reelección de Santos parece que quedó como anécdota.

Ahora bien, que la gestión pública y el liderazgo político en nuestro país está soportado en relaciones clientelares es una triste realidad. Para un departamento como el nuestro, que se mantiene en la dependencia presupuestal del Gobierno nacional termina siendo una tragedia en términos de autonomía y descentralización.

Con motivo de los tres años de la reforma al sistema de regalías se comentó por parte del Gobierno central que hoy esos recursos sirven para el desarrollo de todo el país y no solo para las regiones productoras, pero lo que no dijo es que los gobernadores y alcaldes necesitan de algo más que su buen desempeño como formuladores de proyectos, tienen que alinearse si quieren mermelada.

En la Cumbre de Gobernadores, el presidente Santos pidió a los recién electos mandatarios regionales que adecúen sus planes de desarrollo departamental con respecto al Plan nacional de desarrollo, hecho que desde ya debiera prender alarmas en términos del enfoque centralista y dependiente propuesto para los territorios desde el gobierno central.

Y es que aunque la invitación inicial tiene que ver con diseñar programas para la adaptación al cambio climático y programas para el posconflicto, otros temas no estarán en discusión aun existiendo demandas desde las regiones para revisar el Plan Nacional de Desarrollo, como lo es la regionalización diseñada desde Bogotá. Lo lógico debiera ser que en este espacio de formulación de políticas para el desarrollo departamental se pudieran revaluar las propuestas diseñadas desde la Nación y modificarse de ser el caso.

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