Insólita contradicción

Alberto Bejarano Ávila

Creo necesario expresar una franca opinión: Los tolimenses, generalizo, caímos en la insólita contradicción de desear el progreso y a la vez tolerar, implícita o explícitamente, esas causas del atraso que pueden corregirse fácilmente. Traigo esto a cuento porque recién leí en END sobre “la puja por las direcciones de la Esap y el Sena en el Tolima”, noticia que revela una vez más cómo, en lo público, los cargos rectores y con ellos las instituciones, están al servicio del interés personal y grupista y no en función imparcial del bienestar y el progreso de todos los tolimenses, práctica nefasta que nunca mereció rigurosos juicios de valor y claro rechazo de los dirigentes económicos y sociales y solo sirve de comidilla inocua en las tertulias.
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Para los analistas, prospectivistas y “progresistas” nunca fueron tan patentes las causas que, en gran parte, causan el atraso del Tolima y sin embargo ellos, y muchos de nosotros, vemos tan aberrante distorsión de la política como algo normal y legítimo y ello nos inhabilita para entender que allí estriba el mayor obstáculo para el progreso regional. 

¿Qué es más trágico, la politiqueria, el gamonalismo y la avasalladora corrupción o no asociar tan funestos males al creciente atraso y tolerar y hasta admirar el obsceno abuso de la institucionalidad pública, como si no supiéramos que ese abuso arruina la posibilidad de progreso económico y social y, sobre todo, imposibilita la creación de oportunidades dignas para nuestros hijos?

¿Por qué caemos en tan paradójica contradicción? Seguramente muchas y válidas serán las respuestas: escasa cultura política; carácter permisivo; ausencia de identidad; personalismo excesivo; falta de sentido social; polarización política; irresponsabilidad con los hijos; morbo politiquero de quien disfruta el repulsivo espectáculo de lo políticamente incorrecto; pensar que la realización profesional se logra con elogios y servilismo o que en el bazar del derroche del erario “algo me toque a mí” o el famoso cvy. ¿Quién cae en contradicción? Oportuno es parafrasear ahora a Sor Juana Inés: “el que peca por la paga y el que paga por pecar”.

 Porfío en que una buena democracia, una economía pujante y una sociedad civil consciente y protagónica serán viables cuando reconozcamos que la única salida hacia el desarrollo del Tolima es la reconstrucción moral, identitaria, espiritual, ideológica y política. Sólo así podrá darse el reencuentro de los tolimenses (la diáspora y la movilidad interna), pues su sentido histórico y de vida guardaría correlación con un contexto territorial y así las estrategias que se tracen tendrán asidero. No soy quién para que me crean, pero el despiadado atraso sí debería hacer pensar al tolimense que vamos por mal camino y que es necesario corregir el rumbo.

Quien reina en la seudo democracia no querrá rehacer el alma regional porque perdería sus privilegios y por ello esa tarea deben hacerla instituciones que, con independencia, piensen lo de todos (organizaciones sociales, educadores, gremios, medios), pero mientras exista la insólita contradicción y descreamos del poder del alma colectiva, la tarea seguirá pendiente.

ALBERTO BEJARANO ÀVILA

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