Entre razones y sinrazones

Alberto Bejarano Ávila

Siendo verdad que el atraso del Tolima no obedece la falta de recursos naturales y ventajas estratégicas ni a la carencia de razones (ideas) lógicas, entonces ¿dónde radica el obstáculo del progreso? A pesar de tenerlo todo para lograr el progreso, lo cierto es que éste siempre le fue esquivo al Tolima, innegable paradoja que podría explicarse a partir de la premisa de que “existen razones que la lógica no comprende” y que por tanto no son las razones lógicas del desarrollo (tesis, modelos, saberes, supuestos etc.) sino las sinrazones, las que podrían explicar por qué el atraso ha sido el inalterable destino del Tolima.
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A modo de incógnita planteo algunas de las sinrazones que tendrían que ser explicadas para viabilizar la ansiada salida del atolladero: ¿Por qué teniéndolo todo para construir progreso regional no se construye nada? ¿Por qué poco o nada de cuanto prometen se hace realidad? ¿Por qué tantas razones de peso que plantean los académicos y los estudiosos no cambian el sentido misional de los líderes y los convierten en actores coherentes? ¿Por qué la palabra necia acalla al juicio sensato? ¿Por qué la estulticia llega al poder y la sabiduría es condenada al ostracismo? ¿Por qué no se logran acuerdos sobre lo esencial? ¿Por qué el político es fin en sí mismo y no agente transformador de realidades? ¿Por qué la renuencia a remar juntos hacia un mismo lado? Difícil será hallar el camino correcto sin despejar estas sinrazones.

Generalmente los estudios, debates y propuestas sobre el desarrollo tolimense se plantean en la órbita de razones lógicas, o igual, desde modelos teóricos convencionales y de común aceptación se diagnostica, se planea y se fijan funciones para gestionar lo público, lo privado y lo social, sin lograr resultados sustentables, pero el ejercicio prospectivo nunca se plantea a partir de las sinrazones, por la simple razón de que los entornos académicos, corporativos, gubernativos, políticos y técnicos, se suele desestimar o calificar de subjetivo, especulativo o desatinado todo supuesto que no encuadre en “el rigor científico” y el examen objetivo, disciplinas éstas que se imponen desde afuera y jamás se recrean desde adentro.

El estigma al derecho de discrepar libremente de preconceptos fosilizados sobre cuestiones vitales del Tolima, impide que emerjan otras lógicas cuestionadoras y propositivas y, a partir de allí, pensar otros lineamientos estratégicos a seguir para lograr el esquivo progreso. ¿Por qué a muchos tolimenses nos resulta difícil entender que “hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes” (Einstein) no es justamente un acto de sensatez? 

En ésta línea reitero entonces que reconstruir el alma tolimense es condición sine qua non para empezar a construir prosperidad, tesis que hoy prácticamente nadie “quiere comprar” porque, creo yo, no emerge de la lógica tecnocrática sino del análisis de las sinrazones y por ello se necesita tiempo para que ésta tesis se valorice en el “mercado ideológico” tolimense y se convierta en punto de partida para trazar, desde allí, la hoja de ruta del desarrollo.

ALBERTO BEJARANO ÁVILA

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