Jóvenes tolimenses, es su hora

Alberto Bejarano Ávila

“Lo que le pasa al país es que la solución está en manos del problema”. Ésta proverbial frase, escrita en alguna pancarta, es recurrentemente citada porque en su contundente brevedad inculpa a las viejas generaciones de dejar las soluciones a los graves y complejos problemas del país en manos de gobiernos torpes y abusadores, de políticos oportunistas y corruptos, de partidos momificados y de tanto seudolíder dedicado a obtener privilegios para sí y para quienes detentan el poder, sin importarle que su conducta haya causado la enorme pobreza y desigualdad que obligó el estallido social y, ojalá, lleve al cambio de rumbo del país.
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También en el Tolima y por años, “la solución ha estado en manos del problema”, pues un talante mediocre, gamonalesco, populista y éticamente dudoso ha regido “la política” y con “la política” ha titiriteado gobiernos para favorecer cacicazgos y séquitos y con ello denegar el progreso tolimense, como bien lo demuestra la desastrosa situación social, económica y ambiental y la precaria infraestructura en toda la extensión del territorio regional. Frente al histórico y valiente paro-protesta de la juventud, a quienes encarnan ese mediocre talante los vemos taimados, timoratos, sin ideas ni posiciones erguidas, pero eso sí, agazapados en espera de obtener rédito electoral de la valentía, la firmeza y el sacrificio de los jóvenes.

Con engaños, ofertas de empleo, ambigüedades e incoherencias ideológicas, los gamonales lograron por años que los jóvenes les “cargaran ladrillo” y por ello histórico sería que, ahora, la juventud iconoclasta haga a un lado a ese caciquismo inútil y tome las riendas del Tolima y, en auténtica democracia, escoja candidatos a Gobernador, alcaldes, concejos y Asamblea y que los escasos líderes políticos decentes sigan siéndolo y, sin condición alguna, se pongan al servicio de la juventud todavía no contagiada de politiquería y capaz de trasformar al Tolima.

Los viejos caciques alegarán la falta de experiencia (¿cuál, la suya?), pero han de saber que los jóvenes allanarán toda dificultad con su talento, con cabildos temáticos, con su derecho a equivocarse de buena fe, trabajando en equipo, escogiendo funcionarios por idoneidad y no por padrinazgos y, si es su querer, oyendo a “los viejos de la tribu”, quienes pueden dar opiniones basadas en sus experiencia de luchas pasadas, que también libraron, pero que no lograron su cometido porque el engaño aun sojuzgaba a la verdad. Así se daría un encuentro generacional constructivo y no como ruin chantaje a la pobreza y la falta de oportunidades.

La juventud tolimense es ejemplo de conciencia política y de lucha y puede ser ejemplo de audacia electoral para instituir la nueva gobernanza regional. Con ideas nuevas, con ética y sabiendo que “ninguno de nosotros es tan bueno como todos nosotros juntos”, la juventud puede cambiar al Tolima. Al menos yo, candidato a ochentón, estoy presto ayudar a que los jóvenes tomen el timón del Tolima votando y dando mis modestos consejos y, por supuesto, haciendo crítica constructiva, argüida y respetuosa, cuando las circunstancias lo exijan.

ALBERTO BEJARANO ÀVILA

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