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Por éstos días se oyen muchas alusiones a la generación de ideólogos que a lo largo del siglo XIX y principios del XX, delinearon los idearios y los principios de las dos primeras vertientes políticas de la nación, pensamiento que no se convirtió en motor y guía para las posteriores generaciones porque sus dirigentes, en vez de acrisolar su ideología y su conducta política, pervirtieron la democracia e hicieron de lo electoral negocio para el beneficio personal y de clanes neo feudales y por ello hoy no procede la elogio a tatarabuelos (salvo para la historia) que se desoyeron y cuyas ideas decimonónicas no volverán porque el sentido de la política debe reinventarse a la luz de ideas de modernidad, territorio, sociedad, justicia y futuro.
Cómo los partidos políticos sólo sirven para escampar o traficar con avales, hoy es imposible votar para Presidente por el candidato de un ente político cuya ideología contenga la visión de una sociedad igualitaria (así ello sea utopía) y las estrategias para lograrlo, entonces haré concesión incidental al caudillismo relativo y votaré por quien creo más capaz y socialmente sensible. Para Congreso tal vez vote blanco, pues no veo candidatos tolimenses legitimados por la democracia y con ideas consistentes de modernidad, territorialidad, sociedad, justicia y futuro; sólo veo delirantes afanes imbuidos de presunción, mentira, ingenuidad, avaricia, sordera, narcisismo, arrogancia, paranoia, casuística, desarrollismo, mezquindad y odios, o igual, un insípido salpicón de auto elegidos o “bendecidos” por caciques o señores feudales.
Reinventar la política tolimense, así opino, empezaría por fundar un colectivo regionalista (tarea difícil porque la política está pensada para perpetuar el centralismo y las hegemonías) y luego sí, con disciplina, votar por candidatos a cualquier dignidad que en democracia elija ese colectivo. El Tolima jamás tendrá identidad política si esa identidad esperamos hallarla en alguna de las banderas que hoy dividen a Colombia y no en las coordenadas territoriales, históricas, sociales, económicas y ambientales que iluminarían nuestro sentido político para así enfrentar la reconstrucciòn del Tolima y escalar todos los ámbitos nacionales y globales donde se deciden asuntos que atañen el bienestar y la prosperidad de todos los tolimenses.
Sin sentido político tolimensista la nebulosa electorera nos absorbe y nos hace gregarios al servicio de quienes fraguan injustas realidades y así sólo se gesta atraso y nunca progreso.
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