¡Reinventemos la política tolimense!

Alberto Bejarano Ávila

Que los partidos políticos en Colombia son anacrónicos y decadentes es premisa que pocos dudan en compartir y, dado éste tácito acuerdo, debería ser firme la creencia en la urgencia de reinventar la política, pero, desgraciadamente, escasean los verdaderos inventores, pues cada vez que aparece una nueva bandera, ésta es mera imitación del avejentado partidismo puesta al servicio de caciques que no obtuvieron palco de privilegio y dominio en su anterior “tolda”, es decir, el reinvento se hace en favor de la politiquería misma y no del fin supremo de la política que es, en esencia, garantizar la prosperidad y la felicidad a la sociedad.
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Por éstos días se oyen muchas alusiones a la generación de ideólogos que a lo largo del siglo XIX y principios del XX, delinearon los idearios y los principios de las dos primeras vertientes políticas de la nación, pensamiento que no se convirtió en motor y guía para las posteriores generaciones porque sus dirigentes, en vez de acrisolar su ideología y su conducta política, pervirtieron la democracia e hicieron de lo electoral negocio para el beneficio personal y de clanes neo feudales y por ello hoy no procede la elogio a tatarabuelos (salvo para la historia) que se desoyeron y cuyas ideas decimonónicas no volverán porque el sentido de la política debe reinventarse a la luz de ideas de modernidad, territorio, sociedad, justicia y futuro.

Cómo los partidos políticos sólo sirven para escampar o traficar con avales, hoy es imposible votar para Presidente por el candidato de un ente político cuya ideología contenga la visión de una sociedad igualitaria (así ello sea utopía) y las estrategias para lograrlo, entonces haré concesión incidental al caudillismo relativo y votaré por quien creo más capaz y socialmente sensible. Para Congreso tal vez vote blanco, pues no veo candidatos tolimenses legitimados por la democracia y con ideas consistentes de modernidad, territorialidad, sociedad, justicia y futuro; sólo veo delirantes afanes imbuidos de presunción, mentira, ingenuidad, avaricia, sordera, narcisismo, arrogancia, paranoia, casuística, desarrollismo, mezquindad y odios, o igual, un insípido salpicón de auto elegidos o “bendecidos” por caciques o señores feudales.

Reinventar la política tolimense, así opino, empezaría por fundar un colectivo regionalista (tarea difícil porque la política está pensada para perpetuar el centralismo y las hegemonías) y luego sí, con disciplina, votar por candidatos a cualquier dignidad que en democracia elija ese colectivo. El Tolima jamás tendrá identidad política si esa identidad esperamos hallarla en alguna de las banderas que hoy dividen a Colombia y no en las coordenadas territoriales, históricas, sociales, económicas y ambientales que iluminarían nuestro sentido político para así enfrentar la reconstrucciòn del Tolima y escalar todos los ámbitos nacionales y globales donde se deciden asuntos que atañen el bienestar y la prosperidad de todos los tolimenses.

Sin sentido político tolimensista la nebulosa electorera nos absorbe y nos hace gregarios al servicio de quienes fraguan injustas realidades y así sólo se gesta atraso y nunca progreso.

ALBERTO BEJARANO ÁVILA

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