La “visión tolima” y su cortedad estratégica

Alberto Bejarano Ávila

Imposible no estar de acuerdo con el señor Secretario de Planeación y TIC del Tolima quien, al sustentar el llamado a construir la Visión Tolima 20-50, dice (el Cronista) que “debe ser la sociedad civil y los gremios los que impongan la agenda a los próximos gobernantes y no los gobernantes a las comunidades”. Señor secretario, atinó Usted y, si es verdad que ése es el designio del gobierno tolimense y la corte política, burocrática y de contratación que orbita sobre él, y no retórica efectista, entonces vendrían días históricos de ruptura con un pasado, donde lo público ha estado al servicio de un dañino gamonalismo medioeval, para que surja un moderno ejercicio político-gubernamental puesto al servicio de todos los tolimenses.
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Los cuatro ejes estratégicos (en mi sentir serían más, y ya diré por qué) hacen que “la visión Tolima” no sea mero economicismo unidimensional y busque equidad, inclusión y bienestar social, competitividad, innovación y desarrollo productivo, sostenibilidad ambiental e, Igual, busque atenuar el cambio climático y el crecimiento limpio, la construcción de democracia legitima y buen gobierno, la paz y la seguridad.

Estos desafíos, contenidos en el anuncio del gobierno, podrían augurar un futuro ideal y hasta edénico para el Tolima, pues todo ello lo merece nuestro terruño, pero claro, de oírlo a creerlo hay mucho trecho, porque la historia enseña que casi todos esos anuncios acaban en nada porque no extirpan la raíz del atraso.

También las cuatro etapas: preparación y alistamiento para el dialogo, proceso colectivo de construcción del documento, entrega del mismo a la Asamblea del Tolima y la divulgación, seguimiento y evaluación” de la “Visión Tolima 20-50 despiertan un impetuoso entusiasmo que quedó evidenciado cuando una respetable integrante de REDETOL dijo que en “verdad son chéveres estos espacios porque también cree (ella) en la participación y el trabajo en equipo para construir país” (región, diría yo). Hasta aquí todo bien, porque las grandes obras empiezan siendo sueños, claro, donde los sueños no se manipulan para sostener el atraso.

Pero el prometedor escenario prospectivo se desinfla al regresar a la realidad y ver como lo político hoy se degenera, diría que en mayor grado que en el pasado (y eso es mucho decir). Con nepotismo, hegemonía anodina, labia reformista y promesera, personalismos dañinos o inocuos (personalismos al fin), abuso de entidades públicas, claras señales de corrupción. Saber que la política es trasversal en todo el orden socioeconómico me obliga a descreer de la “Visión Tolima 20-50”, pues carece de ejes estratégicos para derrotar el mayor obstáculo que hoy nos impide emprender, unidos, el camino correcto del desarrollo.

Sostendría, si hubiera donde, que el asunto del progreso tolimense es de moral, no de visión y que ese enfoque impone otros ejes estratégicos, como abstraer lo regional de lo nacional, construir identidad, sentido histórico, cohesión social y así, sobre contexto y valores, fundar un modelo social, económico y político progresista y por ende inmune a la politiquería.

Alberto Bejarano Ávila.

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