Votar para transformar al país y al Tolima

Alberto Bejarano Ávila

Porque se tenía mayoría de edad a los 21 años no alcance a votar por Carlos Lleras Restrepo, estadista a quien admiré en mi relativa temprana edad.
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Hoy aún pienso que, de no pactarse el Frente Nacional, por esos años se habría dado en Colombia una simbiosis de pensamiento liberal, partido y estadistas eminentes, como Carlos Lleras, que habrían hecho de Colombia un país, capitalista sí, pero moderno y no medieval y desigual; pero con el FN irrumpió la rapacería como “cultura de estado” y con ella manzanillos, clientelistas y corruptos que hoy pueden exhibirse como especímenes de un bestiario político que crece como maleza tóxica.

Como vivencia cuento que mi primer voto fue por Pastrana Borrero, pues mi inmaduro juicio aconsejó que así ayudaría a frenar al dictador y a propiciar el cambio, ese cambio que, desde tan lejanos días, ha sido mi norte político y nunca el interés personal o grupista, actuar que me otorga autoridad moral para emitir juicios de valor.

Lo paradójico es que mi primer voto por el cambio igual fue mi primer desengaño electoral, pues el “Pacto de Chicoral” (“funeral de la reforma agraria”), firmado por Pastrana, desató ansias de concentración de la tierra y luego el contubernio plutocrático-político causante del atraso y la exclusión. Así entonces, mi primer voto por el cambio acabó siendo regresivo y cómplice de la ruindad y la injusticia.

La moraleja dice que votando por “el cambio” casi siempre se pierde y se sufren desilusiones y eso deberíamos saberlo, pues cierto, y muy difícil de rebatir, es que el cambio nunca llega y que el país sigue incubando desigualdad, injusticia, violencia y corrupción.

Sé que nuestra democracia no es de querubines sino de individuos imperfectos, pero hoy tenemos razones para volver a creer y, por ello, votaré por Gustavo Petro, hombre falible, pero políticamente honesto y con clara visión de estado y de historia y por tanto el único líder que podría guiar al país hacia la transformación estructural para traer paz, inclusión, respeto y justicia social.

Respecto al Tolima, pienso que sería voltearepas y traidor si me niego a que nuestra región tenga congresistas, pero, al buscar candidatos, sin hacer juicios éticos y creyéndome amigo de algunos, veo excesivo egocentrismo y mesianismo aupando gamonales, clanes familiares y partidos caducos y recetándole paños de agua tibia a un Tolima que exige transformación.

Para no errar más, en futuras elecciones de congreso y regionales sólo votaré por personas orgánicamente vinculadas a una visión y a un proyecto político estructurado, consensuado y democrático para trasformar al Tolima o, en su defecto, apelaré al voto en blanco. Porque di mi palabra y por creer que él coadyuvará a la transición de la politiquería a una pertinente política tolimense, haré una última excepción y votaré por Guillermo Pérez Flórez al Senado.

 

ALBERTO BEJARANO

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