Desarrollo tolimense o la historia del fracaso (I)

Alberto Bejarano Ávila

Por gentil invitación de la Secretaría de Planeación del Tolima, el pasado 17 de febrero asistí, a “la presentación de la metodología básica para la elaboración de la Visión Tolima 20-50”, foro que contó con presencia de académicos, funcionarios públicos, connotados dirigentes de organizaciones económicas de la región y agentes de opinión.
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Me anticipo a eventuales equívocos diciendo con sinceridad que, como ocurrió en los cientos de foros de igual índole a los que asistí por más de diez lustros, en éste hallé preocupación por el futuro del Tolima, buena voluntad para asumir los desafíos del desarrollo y, sobre todo, un favorable clima de apertura a la crítica y por ello cuanto diré, en cuatro entregas, no debe verse como reacción contestataria y sí como interés en aportar una visión distinta a tan loable tarea colectiva

De lo dicho en el evento comparto la opinión de que la “Visión Tolima” 2050” no es plan de desarrollo sino la imagen de nuestra región construida en colectivo y proyectada seis lustros adelante o utopía, como la definió Eduardo Galeano: “la utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso sirve, para caminar”.

Pero recordemos que la utopía tolimense no es nueva, siempre estuvo en el alma de nuestros buenos líderes y, por tanto, lo primero que debería esclarecerse es si la utopía nos ha servido a los tolimenses para caminar hacia adelante o si, como pareciera, solo para andar en círculo, por no decir que hacia atrás.

Porque siempre me hice esa pregunta asistí al evento con intención de oír para entender la racionalidad que hoy guía la vida regional, si la forma de pensar evoluciona o si, en esencia, hoy pensamos como hace treinta o más años.

Al respecto concluí en que, como fundamento de las estrategias para construir futuro, el antropocentrismo y el regionalismo brillan por su ausencia y que sigue imperando el ortodoxo centrismo económico o economicismo, porque escuché de Dubái, de inversión externa, de exportaciones, de negocios exitosos, de ciencia, tecnología e investigación, de innovación, casi todo ello plausible y nunca objetable porque es sustancial para una economía regional fuerte, sana y prospera.

Pero no escuche de ahorro regional; de formación de capital regional; de inversión interna; de finanzas regionales; de empoderamiento económico; de vocación o espíritu asociativo; de apropiación y disfrute sostenible de los recursos naturales en favor de los tolimenses; de fortaleza fiscal; de construir la región de dueños; de fomentar cooperativas productivas, de servicios y financieras; de mercado regional de valores; de reconstruir, cultural, espiritual y moralmente al Tolima; de entender sociológicamente la tolimensidad de hoy; de rescatar nuestra identidad; de ciencia, tecnología y educación pertinentes al desarrollo regional.

En síntesis, estos y más olvidos, que luego ampliaré, hacen creer que éste nuevo esfuerzo para pensar el futuro tolimense carece de enjundia crítica, disruptiva e histórica. Sigue.

Alberto Bejarano Ávila.

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