Desarrollo tolimense o la historia del fracaso (II)

Alberto Bejarano Ávila

Antes de intentar bosquejar una conclusión y una propuesta final para contribuir en algo al proceso de construcción de la “Visión Tolima 20-50”, considero necesario hacer una sucinta mirada retrospectiva a esfuerzos que en el pasado se hicieron con la misma buena voluntad de hoy, pero que, juzgados históricamente, pondrían en evidencia fracasos de los que todo neo prospectivista o neo visionario podría aprender y así obtener valiosas conclusiones para pensar el futuro.
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Como ni antes ni ahora se quiso discutir si el efecto tóxico del centralismo, el normativismo y la politiquería impiden hallar los legítimos ejes estratégicos del desarrollo tolimense, entonces hoy podríamos estar ad portas de otro indeseable y evitable fracaso.

De los muchos que se hicieron, solo aludiré a esfuerzos en los cuales estuve cerca y empiezo recordando planes de desarrollo del Tolima, en especial el titulado “Defendiendo el Futuro”, elaborado por “Chucho” Bejarano, si bien recuerdo en 1986, y lo evoco porque fueron varias las fraternas charlas respecto a ese proceso que me dejaron grandes enseñanzas. También recuerdo el ejercicio prospectivo realizado a mediados de los años noventa, coordinado por Eduardo Aldana, y que a todos los asistentes nos llenó de optimismo porque creímos haber hecho un buen análisis y haber trazado derroteros correctos para el desarrollo del Tolima.

Agradeciendo al profesor Miguel Espinosa su ayuda para hacer memoria, digo que, igual en los 90, se realizó el diplomado “Gestión del Desarrollo Regional” (“Versión Colombia-Región Tolima), bajo la dirección del Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social (ILPES-CEPAL). Este hecho académico, organizado por Cooperamos, Universidad del Tolima, Coruniversitaria y Sena y realizado en Iguaima con una intensidad de 200 horas, dejó como legado cardinal el libro “Iguaima El Futuro Posible” (hoy olvidado), obra que fue gestada por Cooperamos, coordinada por Jairo Arias y escrito por estudiosos de la teoría y la práctica de la construcción social de región, quienes integraban el “Grupo de Reflexión Iguaima”.

Importantes también fueron los “encuentros de tolimenses”, organizados por la ADT y otras entidades y cuyos contenidos, sumados a los de otros ejercicios prospectivos y al libro atrás aludido, servirían de insumo teórico a quienes hoy construyen la “Visión Tolima 20-50”. Por invitación de sus gestores, en la versión de 1996 presenté la ponencia “Por el Buen Camino” y, al terminar mi exposición, viví la grata experiencia de que el auditorio aplaudiera de pie.

26 años después releo la ponencia y hallo que el sentir que la originó hoy es más brutal que en 1996, que el atraso y la miseria crecieron, que sus causas enraizaron, que las soluciones planteadas parecen buscar el bienestar de Jeques y no de Pijaos y que “seguimos haciendo lo mismo para buscar resultados distintos” y todo por omitir la premisa capital: El desarrollo obliga estrategias para fundar una política legítima, so pena de que la “Visión Tolima 20-50” caiga en ese inframundo politiquero que convierte en fracaso toda buena voluntad. Sigue…

Alberto Bejarano Ávila.

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