Desarrollo tolimense o la historia del fracaso (III)

Alberto Bejarano Ávila

Reiterando que fueron muchos los esfuerzos hechos en el pasado para buscar el desarrollo del Tolima y que solo señalo aquellos en los que estuve cerca, amplío la ojeada retrospectiva diciendo que Cooperamos construyó a Iguaima (Cañón del Combeima) con cuatro objetivos: ser centro de formación para el fomento cooperativo; punto de avanzada para comprender y coadyuvar al bienestar rural; promover la conversión del Cañón del Combeima en “distrito turístico en área protegida”; lograr que el hermoso Cañón fuera reconocido como “reserva de la biosfera” y así avivar en el Tolima el deber de proteger el medio ambiente. Hoy nuestro Cañón es un caos por la desidia político-gubernamental y aquellos fines son aún más válidos.
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Intensa fue la labor realizada por la “Fundación Iguaima” y “Cooperamos 2000” para acercar a niños y jóvenes a la construcción del cooperativismo tolimense y para ejecutar proyectos sociales; planes de educación cooperativa; formación de líderes; investigación atinente a la construcción de región; fomento de muchas expresiones culturales; construcción de sólidos lasos con el cooperativismo nacional y mundial. Fue una verdadera escuela de democracia. También debo mencionar al “Cooperarnos Tolima” que, en su momento, además de escuela de fútbol para la juventud tolimenses (nuestros talentos), ya se mostraba como equipo que iba por el camino correcto para participar en los torneos del fútbol profesional colombiano. 

Con más de 40 oficinas en casi todos los municipios tolimenses, el comodato de la “Casa del Tolima” en Bogotá, una moderna y novedosa plataforma tecnológica en desarrollo, la prolija y clara visión de economía endógena y la sinergia y el espíritu de lucha de un sinigual equipo humano, Cooperamos alcanzó, si bien lo recuerdo, a captar más del 15 % del ahorro privado del Tolima y se alistaba para atraer el ahorro público y así construir una estructura financiera endógena para apalancar el desarrollo regional, algo inalcanzable si el ahorro está al servicio del interés ajeno. Esto no lo entendió buena parte del liderato regional (aún no se entiende) y de ahí la vulnerabilidad frente a la plutocracia y sus dóciles aliados en el gobierno nacional.

Recordando experiencias que enseñarían como evitar que el desarrollo regional sea historia del fracaso y, como consejo para la “Visión Tolima 20-50”, anoto que ésta visión guiará hacia mejor futuro si encara dos variables que hoy está eludiendo. Una es la plataforma ideológica para revivir la endogeneidad, la identidad, la inclusión (social y económica), el reencuentro de todos los tolimensismo y para defender y acordar cómo hacer uso sostenible de nuestros recursos. Sin ideas que nos cohesionen solo habrá desaciertos, desconfianzas y fracasos.

La otra variable es política, pues unos ciudadanos avizorar estrategias de desarrollo (Visión Tolima 20-50) pero, como el buen propósito nace de un gran espíritu político y muere en la sucia politiquería, entonces la Visión Tolima tiene que proponer, como estrategia, el diseño de un legítimo modelo político para el Tolima, so pena de fracasar una vez más. Sigue...

Alberto Bejarano Ávila.

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