Desarrollo tolimense o la historia del fracaso (IV)

Alberto Bejarano Ávila

En la economía, la sociedad civil, la intelectualidad, los gobiernos, la academia y la “política”, sus declaraciones, eslóganes y publicidad, (sinceras o que intentan fabricar percepciones de conveniencia corporativa o personal) exaltan el desarrollo tolimense como primer objetivo misional. Ésta usanza es inocua, y no pocas veces demagógica, porque en el Tolima no existe instancia vinculante que rastree las distintas y continuas propuestas de desarrollo y por ello, desde ahora y por 28 años, será imposible juzgar la coherencia, la consistencia, la secuencia y los resultados del arquetipo estratégico que propondrá la “visión Tolima 20-50”.
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La locuacidad sobre el desarrollo contrasta con el evidente y progresivo avance del atraso, contrasentido que la conspicua academia debe explicar, pues nada justifica que por décadas teoricemos y anunciemos el desarrollo y sólo logremos un atraso endémico y que esa paradoja no tenga sus porqués. Desde luego no acolitaré el prejuicio de que en el Tolima todo es “carreta”, pues si bien hay, y mucha, también existe honrado interés y pensamiento responsable y por ello el quid del asunto está en cómo el populismo, la torpeza y la levedad podrían ser derrotadas con responsabilidad, sabiduría y rectitud.

¿Cómo lograr la correlación de ideas y acciones con los resultados que de ellas esperamos? Lo primero sería reconocer es que el desarrollo supone complejidad sistémica y que por ello cuanto de buena fe y buen saber plantean los sectores y actores regionales, no son verdades únicas sino variables de una complejidad que, será solución, sí suma al torrente de sinergias que igual supone el desarrollo. Por ignorar la sistemicidad y la sinergia, hoy cada quien anda por su lado y, como en la Torre de Babel, hablando su propio lenguaje del desarrollo y, para agravar, creyendo que el progreso llegará al Tolima aceptando que avasalle tanto codicioso y fullero, cuya única ejecutoria demostrable ha sido eternizar el atraso tolimense.

Sabiendo que existen muchas formas de pensar y obrar en función del desarrollo, los líderes pondrían fin a prejuicios, sorderas y escepticismos, asumiendo el desarrollo como quehacer capital. Bajo tal premisa propongo crear el “Colegio Rector del Desarrollo Tolimense” (mixto o descentralizado), integrado por antropólogos, sociólogos, psicólogos sociales, financieros, economistas, juristas, ingenieros y otras disciplinas. Éste ente acopiaría proyectos y planes, públicos y privados, para mantener actualizada la “Visión Tolima” e informar los progresos al Tolima para así generarle climas de credibilidad y confianza al discurso del desarrollo.

Éste organismo gestionaría la cooperación tecnológica, económica y del conocimiento ante instancias locales, nacionales y globales para potenciar todo emprendimiento que converja hacia la dinámica del desarrollo. 

Así el Tolima tendría un estable, incluyente, integral y bien dirigido centro de pensamiento (Think Tank) que daría coherencia y consistencia a la “Visión Tolima”. Someter la “Visión Tolima 20-50” al vaivén del uso trivial del vocablo desarrollo es tontería.

Alberto Bejarano Ávila.

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