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Con mi voto a la consulta presidencial ayudé a dar un aire de esperanza a Colombia y para Congreso voté por la decencia y sin guardar esperanza, por dos razones. Una, porque ningún candidato tolimense habló claramente de democracia económica, soberanía de las regiones y empoderamiento político endógeno como fundamentos cardinales para lograr el progreso regional. Dos, porque Congreso hemos tenido desde 1811 y a lo largo de la nueva república fundada por la constitución de 1886 y, como es evidente, la desigualdad y otros problemas (no cabrían en la “Caja de Pandora”) revelan que el Congreso no produce transformaciones profundas y si, es su mácula, espolea la corrupción, la ineficiencia y la vana egolatría.
Desde la perspectiva tolimense éste último juico es aún más sombrío y ello se demostraría listando a los congresistas tolimenses de las últimas seis décadas y a cada cual, en escala de 1 a 10, calificando su aporte al desarrollo tolimense. Sin duda la nota seria 0, pues evidente es que el Tolima no conoce el desarrollo. Desde luego debemos aceptar que, aunque pocos, hemos tenido congresistas probos y decentes (de malos ni hablar), pero ellos no ayudaron a trasformar el Tolima porque “su peso político” nunca emergió del alma territorial y de un enfoque de la arquitectura geopolítica nacional donde la región tiene que ser el fin superior y en cambio sí fueron sumisos al centralismo y al partidismo causantes del atraso.
Felicitaciones a los elegidos que podrán disfrutar honores y vigencia mediática y que, ojalá lleven iniciativas para aliviar problemas menores (eso estaría bien) o proyectos placebo para justificar su gestión (eso estaría mal) pero, en esencia, nada nuevo debemos esperar, salvo que entiendan que, por cuatro años, tendrán la irrepetible oportunidad de convocarnos a un diálogo estructurado para concertar cómo liberar al Tolima de su enorme miseria política y moral, acción propia de aquellos líderes históricos que ayudan a romper la inercia secular.
A los perdedores les digo que podrán ser ganadores si dejan de creerse vedets electorales y con honor piensan que pensar en serio el desarrollo, exige un diálogo concluyente cuyo fin sería redefinir el concepto y las coordenadas del desarrollo regional, acordar cómo construir una firme cohesión social y convenir un orden político realmente capaz de redimir al Tolima.
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