¡Es el gamonalato histórico!

Alberto Bejarano Ávila

Por los mensajes y el feeback de los diálogos casuales deduzco que fue bien recibida la idea planteada en pasados artículos respecto a fundar, de cara a las elecciones del 29 de octubre de 2023, una gran coalición que redima al Tolima de su decadencia moral y económica y lo conduzca hacia el progreso. Pero tal vez no fui claro cuando dije que esa coalición tenía que derrotar al gamonalato, pues quise aludir al gamonalato histórico, pero, así parece, algunos creyeron que me refería al gamonalismo coyuntural y, por ser éste un parangón crucial para reinventar la política, considero necesario explicar la diferencia entre los dos conceptos.
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Decía en los escritos que, así cambie la política nacional, por ello no cambiará la del Tolima, pues, aunque hermanados, el nacional y el regional son teatros distintos de desarrollo y por ende exigen diferentes visiones estratégicas y diferentes formas de organización política, o lo mismo, uno debe ser el actuar político nacional y otro el regional. Esta premisa es esencial para reinventar la política que franqueará el paso a las fuerzas constructivas del desarrollo del Tolima, hoy utopía por la mixtura de gamonalismo y centralismo que apadrina intereses opuestos a los intereses comunes de los tolimenses y se alimenta de ignorancia y de miseria. 

Sin duda todos los líderes económicos y sociales desean el progreso tolimense y, dado que respecto centralismo no será difícil el consenso, entonces me centro solo en el gamonalismo histórico por ser un asunto donde el consenso parece lejano. Lo primero a recordar es que, en los años 80 del siglo pasado surgió el gamonalismo en el Tolima (por ello es histórico) y, desde aquel tiempo y sin pausa, avasalla nuestra vida social y económica merced a su índole camaleónica que, según el momento, se pinta liberal, conservador, izquierdoso o cívico sin perder su índole autócrata, personalista, clientelista, insustancial y usualmente corrupta.

Los tolimenses no estamos unidos por una visión de futuro porque nos dividen gamonalatos que alternan su poder desde hace más de 40 años sin mostrar, como es evidente, resultados categóricos de desarrollo. Un análisis retrospectivo mostrará que desde cuando surgió ésta aberración política, en el Tolima inició la tenaz decadencia que solo acabará cuando irrumpa la política moderna, institucional, democrática y guiada por ideas regionalistas. Recordemos un principio político esencial: el progreso y el atraso son construcciones humanas.

El gamonalato camaleonesco es el modelo político que muchos tolimenses nacidos después del 70 del siglo XX vieron y ejercitaron, pues nunca hubo claridad ni voluntad educativa para enseñar que solo la política progresista hará moderno y próspero al Tolima. Quien objeta al gamonal de turno o carece de sentido histórico o hace fila para sucederlo o es embrión de gamonal en fase de eclosión. Sin duda el mal es el gamonalato histórico como forma de ver y hacer “política” y el remedio, insisto, es un colectivo, partido o coalición que, en octubre de 2023, origine la política decente que erradicará al gamonalato y encarará al centralismo.



 

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Alberto Bejarano Ávila

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