El desestimado poder comunitario

Alberto Bejarano Ávila

Un paradigma dominante en economía es el gran inversor para el gran emprendimiento y esa es la única tesis inspiradora del pobre discurso que sobre el desarrollo tolimense se oye cada día en los círculos públicos y privados. Es frustrante que la receta mágica que proponen los tutores del desarrollo sea la inversión externa y el hacer atractivo al Tolima para el gran empresario, tesis invariable desde que tenemos uso de razón y que contrasta irónicamente con el progresivo subdesarrollo tolimense, pues jamás se quiso dialogar siquiera sobre ideas incluyentes de desarrollo endógeno, donde la inversión externa es útil si no afecta o impide las estrategias de acumulación de ahorro para la formación de capital interno ni mengua el espíritu emprendedor para construir desarrollo a nuestra medida y para nuestro beneficio.
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Diría que, de dientes para afuera, algunos políticos arguyen sobre la exclusión que ocasiona el centralismo y el gran capital, pero nunca reconocen que igual nosotros nos autoexcluimos al desestimar las ideas regionalista para privilegiar las prédicas centralistas y por ello invitan a la unidad sobre tesis babosas para conseguir votos más nunca para instar a los tolimenses a que con espíritu cooperativo nos empoderemos de las potencialidades, las oportunidades y los recursos del Tolima para ser gestores de la economía y por tanto de la prosperidad real de todos los tolimense. Por tal razón apelo, a la heterodoxia económica y, en algunos textos, intentaré exponer hechos e ideas que revelen cómo podemos construir prosperidad en vez de fungir como opinadores intrascendentes en una economía oligopólica y ajena.

Bajo el título “comunidades energéticas”, un diario vasco cuenta cómo en varios municipios cercanos a Vitoria, su ciudad capital, las comunidades, apoyadas por las alcaldías y la iglesia, ya “empiezan a generar y consumir su propia energía renovable” mediante la instalación de paneles fotovoltaicos que producen hasta la mitad de la energía requerida. Con tecnología ya disponible, esas comunidades idearon soluciones alternativas para afrontar el progresivo aumento tarifario del servicio y la sostenibilidad ambiental, acciones que las convierten en ejemplo de cómo el poder comunitario no solo debe ser invitado a la protesta o usado como auditorio para demagogos en tiempo electoral y cómo aquellos que lideran esas iniciativas podrían empezar a ser un relevo cualitativo e idóneo en el liderazgo comunitario y político.

Esas iniciativas están al alcance de muchas comunidades tolimenses, entendidas ellas como pequeños pueblos y veredas, barrios, grandes condominios, edificios de entidades públicas y privadas que, bajo la figura cooperativa, asociativa o privada y guiada por un plan maestro para generar energías alternativas (no solo solar, también micro generadores hidráulicos y eólicos), patrocinado por universidades y entes promotores del desarrollo, seria ejemplo de un Tolima que decide encarar el futuro con espíritu emprendedor. La oferta acumulada de energía comunitaria reduciría, para todos, el precio del recibo leonino y estimularía muchas iniciativas asociativas y cooperativas para tomar las riendas de la economía tolimense.

ALBERTO BEJARANO ÁVILA

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