Elecciones y reforma política

Alfonso Gómez Méndez

El pasado lunes de balance electoral, el periodista Néstor Morales en blu radio, le hizo una entrevista muy reveladora de nuestro sistema político al nuevo alcalde de Tunja el Colombo Ruso Mikhail Krasnov.
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Se trata de un profesor soviético que mientras estudiaba en Berlín, llegó a Colombia en un intercambio con la universidad Pedagógica y Tecnológica de esa ciudad. En un fluido español, como cualquier nativo, mostró no solo su amor por la tierra boyacense, su cultura, sus costumbres -solo faltó que cantara “Soy Boyacense” de Héctor Vargas o la “Cucharita” de Jorge Velosa-, sino conocimiento de los ajetreos políticos en el país.

Como en situaciones parecidas, como “outsider”, se montó en la bandera de la lucha contra la corrupción y la politiquería, siendo él un profesor al estilo de Antanas Mockus en Bogotá, sin ningún antecedente electoral. El país, unas veces con éxito y otras con grandes fiascos, ha ensayado de todo cuando se quiere romper con la política tradicional: sacerdotes, actores y actrices, académicos de peso, periodistas, locutores y deportistas, entre otros. El caso más claro de éxito fue el de Mockus aun cuando luego abandonó la alcaldía para aspirar sin fortuna a la presidencia.

El caso más diciente fue el del “cura Hoyos” cuya elección en contra de la clase política de Barranquilla tuvo gran resonancia y ya sabemos como terminó.

La elección del profesor ruso muestra en parte la farsa de nuestro sistema político. Le explicó al periodista que él había comenzado a recoger firmas pero que como no tenía el dinero para pagar la póliza exigida, empezó a “buscar” quien lo avalara y “cayó” en el partido “La Fuerza de la Paz” fundado por Roy Barreras. Hubiera podido ser otro de las decenas de “partidos” que no son mas que entelequias jurídicas cuya única misión es dar un “aval” a quien se lo pida. Y esta situación se dio prácticamente en todo el país.

El caso de Carlos Fernando Galán fue una notable excepción, pues se presentó como el candidato de un partido, el renovado Nuevo liberalismo, y además con un excepcional conocimiento de los problemas de la capital.

Este “despelote” no puede continuar. Me propuse revisar la lista de los 36 supuestos partidos que avalaron candidatos para que los colombianos vean el ridículo en que hemos caído y se pregunten si en verdad tenemos una democracia actuante. Aquí está la pintoresca lista:

“Partido Liberal Colombiano, Partido Conservador Colombiano, Partido Cambio Radical, Partido Alianza Verde, Movimiento Autoridades Indígenas de Colombia “AICO”, Partido Alianza Social Independiente “ASI”, Partido Político MIRA, Partido de la U, Partido Polo Democrático Alternativo, Partido Unión Patriótica UP, Partido Centro Democrático, Movimiento Alternativo Indígena y Social “MAIS”, Partido Comunes, Partido Colombia Justa Libres, Partido Colombia Renaciente, Movimiento Alianza Democrática Amplia, Partido Político Dignidad y Compromiso, Movimiento Político Colombia Humana, Partido Nuevo Liberalismo, Movimiento de Salvación Nacional, Partido Verde Oxigeno, Partido Comunista Colombiano, Partido Liga Gobernantes Anticorrupción, Partido Demócrata Colombiano, Partido Ecologista Colombiano, Partido Político la Fuerza de la Paz, Movimiento Fuerza Ciudadana, Agrupación Política en Marcha, Nueva Fuerza Democrática, Partido Político Esperanza Democrática, Partido Independientes, Partido Político Todos Somos Colombia, Partido Político Creemos, Partido Político Gente en Movimiento, Partido del Trabajo de Colombia, Movimiento Político Poder Popular…”

Y eso sin incluir pintorescos nombres de movimientos para alcaldías, tales como: “Fuera Malandrines”, “Los Verídicos” “Unidos por el Corazón” y “El Parche”

La pregunta es ¿cuántos de estos partidos tienen militantes, programas, ideología y organización? es decir, si lo son de verdad.

¿Puede alguien inscribirse por firmas, precisamente por no tener militancia política, y luego recibir el aval de organizaciones políticas tradicionales, no siempre con las mejores credenciales? ¿En el caso de gobernadores y alcaldes “avalados” por las más disimiles organizaciones políticas, con su elección, quien gana o pierde? 

No podemos llegar a las elecciones del 26 con este “muy bien organizado” caos. Es urgente que el Congreso haga la verdadera reforma política y electoral.

 

Alfonso Gómez

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