Música, maestros

Los tolimenses y en especial los ibaguereños, nos hemos preciado siempre de ser hijos de Euterpe, la musa de la música, y como tal nos presentamos ante el resto de nuestros compatriotas y al mundo como los indiscutidos titulares de esa ventaja comparativa: tener un especial sentido musical y una innata vocación para las artes.

No obstante ello, muy poco hemos aprovechado en nuestro propio beneficio tan privilegiado don, al punto que aquellos que sí lo han hecho constituyen entre nosotros una notoria excepción.

Como debemos hacerlo todos a una para ver de convertir tal capacidad, no solo en elemento fundamental de atracción turística y generador de empleo y riqueza para nuestra región como lo viene haciendo la organización que lideran Doris Morera, César Zambrano, Enrique Mejía y otros quijotes, sino en el ingrediente enriquecedor del talento nativo y recuperador de una población que tiende a extraviarse en la violencia y la drogadicción.

Pues en el mundo de la educación ya constituye verdad consolidada, que  una temprana formación musical colabora al desarrollo de las redes neuronales indispensables para la inteligencia de las matemáticas, el lenguaje y los idiomas extranjeros y que quienes presentan aptitud especial para la música resultan idóneos como los que más para obtener un alto desenvolvimiento cognitivo.

A más de que coadyuva a facilitar la formación cultural del pueblo y la elevación de la autoestima y la confianza en sí mismos en el proceso de desarrollo de su niñez y su juventud con el consiguiente alejamiento del crimen, la violencia y el vicio, como lo está demostrado con los programas de rehabilitación de los grupos afectados por estos males sociales que se vienen realizando dentro y fuera del país.

Así que el retorno de la interpretación instrumental y la formación coral a las currículas vigentes para nuestros educandos en la totalidad de nuestros centros de formación públicos y privados, se torna indispensable requerimiento, pues constituyó craso error que debe ser prontamente enmendado, haberlos reducido a exóticos contenidos temáticos y casi que excluido, salvo en los pocos planteles que inteligentemente y en buena hora se negaron a renunciar a ellos.

Credito
MANUEL JOSÉ ALVAREZ DIDYME-DÔME

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