Un atentado contra nuestro principal producto

Manuel José Álvarez Didyme

La historia del café en Colombia se remonta a 300 años atrás, cuando miembros de la comunidad Jesuíta trajeron al país esta rubiácea la cual por entonces era consumida casi que exclusivamente en Etiopía y en todo el mundo árabe.
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La historia del café en Colombia se remonta a 300 años atrás, cuando miembros de la comunidad Jesuíta trajeron al país esta rubiácea la cual por entonces era consumida casi que exclusivamente en Etiopía y en todo el mundo árabe, y una vez arraigado su cultivo y producción entre nosotros, se dio comienzo a una exitosa expansión sobretodo en departamentos  como Cundinamarca, Antioquia y Caldas, al punto que ya para finales del siglo XIX su producción había superado los 600.000 sacos y se había convertido en nuestro principal producto de exportación.

No obstante, durante el período de transición del XIX al XX siglo la caída del precio internacional del  grano generó un profundo cambio en nuestra estructura caficultora, pues mutó el área de producción del Oriente hacia la zona Occidental del país, favoreciendo a los pequeños productores, que al venir en aumento, trasladaron el liderazgo del desenvolvimiento de la industria a lo que hoy se conoce como el “eje cafetero”. 

Fue así como del crecimiento del número de cultivadores y del incremento de la producción, surgió, en el año de 1927 y con el fin de tener una sólida representación, una organización democrática y representativa de naturaleza privada, sin ánimo de lucro para velar por sus derechos y asegurar su bienestar: la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, órgano hoy de dirección para el manejo del Fondo Nacional del Café, compuesto por representantes del Gobierno Nacional y representantes del gremio cafetero, tal como quedaron integrados a partir de la Cláusula Tercera del Contrato de Administración que entonces se suscribió al efecto.  

Entidad gremial que en sus casi nueve décadas de existencia ha tenido solo 10  gerentes generales, desde Alfredo Cortázar, el primero, hasta el actual Germán Alberto Bahamón Jaramillo, cuyo desempeño ha generado el gran desarrollo y los muchos logros que el gremio y  la caficultura en general han tenido.

Hombres que han dado pasos tan significativos como el destacado posicionamiento del café colombiano ante el mundo y la estrategia de darle un importante valor agregado a la industria, con una racional política de fijación de precios, acciones orientadas hacia  el reconocimiento que, en términos de la calidad; actualmente tiene el grano y, por sobre todo, al bienestar económico de las 500.000 familias cafeteras que lo cultivan en el territorio nacional.

En ese orden de ideas y a partir de 1938 la Federación dio inicio a la creación de entidades de apoyo y desenvolvimiento del sector tales como el centro de investigaciones cafeteras, Cenicafé, y la oficina del Café en Tokio abierta en 1959, logrando que hoy en día Japón sea el segundo consumidor de nuestro grano en el mundo, y creando en el año de 1984 un sello distintivo, que junto al personaje de Juan Valdez nacido por aquellas mismas calendas, le dieran identidad al café de Colombia, , como el de más excelsa calidad en el mundo entero, desde entonces.

Esto, sin mencionar otras importantes realizaciones llevadas a cabo por la institución como a Flota Mercante Grancolombiana fundada el 8 de junio de 1946 los  Almacenes generales de Depósito de Café S.A., Almacafé, cread|a e 8 de mayo de 1965 y el Banco Cafetero, hoy reemplazado por Granbanco, en proceso de liquidación: esfuerzos y logros privados, amenazados aquí y ahora por la proclividad al radicalismo del primer mandatario, la antipatía al sector privado y/o, su falta de conocimiento de la realidad económica del país.

Que cualesquiera sean las causas que lo asisten para tan desacertado actuar, lo cierto es que vienen acompañadas del ropaje retórico y visceral propio de Petro con el ánimo de inflamar las pasiones y fraccionar la patria.

Manuel José Álvarez Didyme-dôme

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