Y de la visita del señor Ministro ¿qué?

Para este gobierno la infraestructura vial y el futuro regional poco importan y que para él las prioridades son otras bien diversas.

El paso fugaz del señor Ministro de obras por la ciudad nos dejó, a quienes teníamos la fundada esperanza del máximo aprovechamiento de su presencia por parte de nuestras dirigencia, en ascuas, puesto que como de todos es sabido, el actual diseño político-administrativo del país es centralista a ultranza y en virtud de ello los recursos para cualquier obra de envergadura o magnitud sólo se obtienen si se cuenta con el favor del gobernante de turno, máxime hoy cuando el voraz apetito capitalino se apropió de las regalías que constituían el último reducto de la autonomía regional, para repartirlas a su antojo.

La noticia de la falta de presupuesto para la doble calzada Ibagué - Cajamarca - La Línea - Armenia, puso en evidencia que para este gobierno la infraestructura vial y el futuro regional poco importan y que para él las prioridades son otras bien diversas.


El mensaje que nos quedó es claro: que la llamada locomotora del desarrollo provincial no circulará por el Tolima y que debemos contentarnos con pequeñas inversiones como los aeropuertos de Ibagué y Flandes, aplazados por años en la agenda del desenvolvimiento, las que apenas sí resolverán algunas de nuestras principales carencias.


Mientras tanto, el Departamento y sus gentes siguen en una espera que desespera por obras y corrientes de inversión que le generen la dinámica necesaria para despegar y que más tarde le apuntalen su progreso.


Consolidándonos como una amorfa congregación humana carente de organización e infraestructura adecuadas, cada vez más alejada de la promisoria región que debiéramos estar conformando, sin que nada evidencie lo que la comunidad espera: esfuerzo, imaginación y voluntad de gobierno orientados a hacer del Tolima un verdadero polo de desarrollo y de atracción a la inversión foránea, a ver si por fin se resuelve la endémica crisis de empleo que lo afecta.


Porque la dirigencia ha olvidado que toda solución requiere buscar proyectos ambiciosos y de más amplio espectro que los hasta ahora concebidos -como el que se debate hoy en Bogotá-, de un tren que aprovechando lo que queda de las antiguas vías del ferrocarril nos integre económicamente y a bajos costos con fines de productividad agropecuaria y de atracción turística, afianzándonos como un sólido territorio con proyección económica y altísima competitividad.


Las opciones de empresa, comerciales, industriales y de turismo que de allí surgirían, serían numerosas y transformadoras de nuestra pobre economía generando riqueza y, desde luego, empleo.

Credito
MANUEL JOSÉ ALVAREZ DIDYME-DÔME

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