“Gobernar es anticiparse a los problemas”

Los refranes o aforismos, definidos por Miguel de Cervantes Saavedra en “Don Quijote de la Mancha” como “sentencias breves,

sacadas de la experiencia y especulación de nuestros antiguos ancianos”, son, de acuerdo con el estudio que de ellos hace la paremiología, observaciones de los más variados temas, que al ser acopiados a lo largo del tiempo, terminan por constituirse en el acervo cultural de un pueblo.

Acervo que como compendio de sabiduría, se erige, a través de la costumbre, en conjunto de normas de comportamiento que debiera terminar por imponerse en una comunidad con fuerza de ley.


De esta manera un precepto como el que encabeza este escrito, elevado a norma imperativa, obligaría a mantener ojo avisor sobre lo que viene acaeciéndole al vecino o a la comunidad próxima, a fin de tomar las precauciones necesarias para evitar que a nosotros nos suceda lo mismo y con idénticos o parecidos efectos, sobretodo cuando estos se han visto como altamente nocivos.


Lo cual obligaría a nuestros gobernantes, frente a la verificación de las dificultades que han tenido que encarar sus colegas, a encararlas anticipadamente para darles solución de forma rápida y sin dilación, antes que degeneren en grave obstáculo para su desarrollo y en conflicto y acciones violentas, como ha ocurrido con el transporte colectivo y la movilidad ciudadana en la capital de la República.


Procurando la pronta implementación de un sistema de transporte público urbano y regional, imperioso dada la terrible irracionalidad que presenta el que hoy existe entre nosotros, conformado por un exagerado número de incómodos buses de baja capacidad y con alto costo para el usuario y sobre todo para la economía regional, sin paraderos ni puntos de convergencia para su utilización, sin frecuencias, horarios ni regularidad confiables, que compiten la mayor parte del tiempo por los usuarios que los demandan, atosigando las escasas vías con su irresponsable accionar  y causando accidentes por doquier a otros vehículos y peatones, tornando onerosa, lenta y riesgosa su operación.


Frente a lo cual la ciudad y sus áreas circundantes aún se encuentran en un grado de insatisfacción superable y como tal tolerable, pero que se va aproximando al límite previo al colapso y al desbordamiento ciudadano que sigue a aquel, poniéndonos en riesgo de tener que sufrir las graves secuelas de una hecatombe como la sufrida por Bogotá.


La que se evitaría, fundamentalmente mediante la creación y puesta en marcha de una empresa transportadora de pasajeros de carácter mixto y de naturaleza multimodal que incorpore a más de buses de amplia cabida, otros de menor tamaño que funjan como alimentadores y un tren de cercanías con las especificaciones propias para la región que va a servir.


Ojalá que cuando esto se procure, no sea demasiado tarde.

Credito
MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME-DÔME

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