El crecimiento económico “no es con nosotros”

El observatorio de la Universidad del Tolima ya nos había advertido previamente sobre la merma de productividad del sector agropecuario regional y la desaceleración de nuestra actividad económica.

El Centro de Investigaciones para el Desarrollo de la Universidad Nacional, CID, en plena celebración y no obstante la euforia colectiva generada por las cifras de crecimiento económico que, según el Dane, tuvo el país durante el año inmediatamente pasado respecto de 2010, nos comunicó una noticia que de una nos sacó a los tolimenses de la fiesta con la que se conmemoraba el suceso.

Y es que dos de las principales “locomotoras” del progreso que mucho tocan con nosotros, evidenciaron un notable rezago al “no alcanzar la velocidad de crucero que se esperaba” como lo dijo el Minagricultura con desesperanzado acento.


Una, la de la actividad industrial que en algo, si bien no mucho, nos afecta por el lado de la micro y famiempresa y la que de verdad incide y pesa sobre nuestra suerte, como es la agricultura, la cual registró un guarismo de crecimiento por debajo del optimista 3.5 por ciento que había pronosticado el ministro Restrepo, contagiado por la alegría reinante antes del informe del Dane.


Lo que a decir verdad no nos tomó de sorpresa, pues el observatorio de la Universidad del Tolima ya nos lo había advertido previamente, acorde con sus registros estadísticos, sobre la merma de productividad del sector agropecuario regional y la desaceleración de nuestra actividad económica, así como su consecuente impacto en las cifras locales.  


Y es que fueron fundamentalmente dos productos: el café y el arroz, que tanto pesan tanto en el PIB regional en cuanto constituyen dos de los principales reglones de nuestra escanciado aparato económico, junto con las flores, los principales causantes de la merma que sufrió el conjunto todo del desenvolvimiento de eso que ya hiperbólicamente y tropicalmente comienzan a llamar los medios como el “milagro colombiano” y que llevó al presidente Santos a decir en un desborde de efervescencia que “es una muy buena noticia, porque se traduce en más empleo, menos pobreza y más prosperidad para todos”.


Aun cuando no es cierto que sea para todos, ya que, al desagregar las cifras por regiones, nos sitúa de frente ante la evidencia negativa del impacto que la baja de estos dos reglones produce sobre el conjunto todo de nuestra precaria economía y la incidencia en términos de golpe al desarrollo que generan la caída de la producción cafetera en zonas tan sensibles como el sur y el norte de Tolima y la arrocera en las regiones central y sur, máxime cuando se avizora un invierno tanto o más severo que el que afectó la producción en el período en comento.


De esta manera y ante la gravedad de la circunstancia que se avecina, se magnifica la torpe actitud de nuestro cuerpo parlamentario al haber aprobado con ligereza digna de mejor causa y a pupitrazo limpio y sin medir las consecuencia, la intervención del nivel central del Gobierno en la redistribución de las regalías, que de no haberse dado, podrían estar solventado las carencias de otros rubros.


Manes de nuestra falta de compromiso con la tierra y la falta de estudio de nuestra verdadera circunstancia, así la de los efectos colaterales negativos que cualquier medida económica pueden traer consigo.

Credito
MANUEL JOSÉ ALVAREZ DIDYME-DÔME

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