Un “papabile” muy cercano al Tolima

Definitivamente la calidad de una sociedad se mide por su sentimiento de gratitud y en especial por el espesor de su memoria, que auxilia para traer a tiempo presente todas y cada una de las circunstancias que por positivas necesitan ser recordadas y destacadas repetidamente, hasta terminar incorporándolas a su cultura.

Y una de estas la constituye la ejemplificante vida de un ibaguereño, si no raizal, sí de afecto y corazón como que aquí, realizó bajo la tutoría de su pariente, -el recordado sacerdote de su mismo nombre, Rubén Salazar-, sus estudios secundarios y el ciclo de filosofía en el Seminario Menor “San Joaquín”, se ordenó como presbítero y fungió como Capellán del Batallón Jaime Rooke, titular de las Parroquias del Inmaculado Corazón de María y Nuestra Señora de Chiquinquirá, ejerció como Vicario de Pastoral y sirvió las cátedras de Religión en el Colegio Tolimense y de “Sagradas Escrituras” en nuestro Seminario Mayor de la Calle 10ª.

Un hombre de verdad comprometido con su apostolado que supo ser, mientras permaneció entre nosotros, el desinteresado amigo, el atinado orientador y consejero, pastor y evangelizador, siempre bueno, en el mejor sentido de la palabra bueno.


Para continuar con idéntico derrotero en otras latitudes del país y del exterior a donde lo han llevado sus ansias de conocimiento y formación y el querer de los jerarcas de su iglesia, ciertos de su inteligencia y su virtud, que los ha conducido a advertir la necesidad imperiosa de que muchas y diversas  gentes reciban la luz de su acertada guía espiritual, como que en su trayectoria sacerdotal ha sido designado miembro del Consejo Pontificio “Cor Unum” y representante de los países bolivarianos en el Consejo Ejecutivo “Caritas Internationalis”, nombrado como Obispo de Cúcuta, elegido Arzobispo de Barranquilla, Presidente de la Comisión Episcopal de Doctrina de la Conferencia Episcopal de Colombia, Presidente de la Conferencia Episcopal Nacional, Primer Vicepresidente del “Celam”, y aplicado estudioso de Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, donde Obtuvo Licenciatura y luego en el Pontificio Instituto Bíblico también de Roma en donde accedió a la de las Sagradas Escrituras.


Su talante desde cuando en esta ciudad era “el padre Rubén” o “Rubencito” para otros, poco ha cambiado con su designación de nuevo cardenal colombiano y purpurado consejero papal, el más alto “titulus” honorífico que se le puede conceder a un clérigo y la imposición de su toga cardenalicia por el Santo Pontífice que lo identifica como el más alto jerarca de la iglesia colombiana, ya que en él siguen primando su cordialidad, sencillez y decidida entrega al pastoreo de almas.


Son varios los homenajes que al respecto se le vienen haciendo por todo el país, como el que en reciente fecha le realizaron la iglesia y la comunidad ibaguereñas, a los que quiero unir mi voz y la de los míos, con suficiente conocimiento de causa, como que he conocido al “Padre Rubén” en varios de los campos en los que se ha desempeñado, desde mis tiempos de adolescente en los que aquel apenas si era un cura iniciado, hasta los recientes días, con un aprecio que no ha tenido solución de continuidad.

Credito
MANUEL JOSÉ ALVAREZ DIDYME-DÔME

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