La democracia venezolana: “Un orangután con sacoleva”

Como bien lo dijera “el Maestro” Echandía con su lapidario acervo de frases célebres en un ya distante mes de noviembre de 1979, la deformación que la democracia ha sufrido en algunos parajes de Latinoamérica, la ha convertido en “un orangután con sacoleva” al permitir que se habilite a cualquier ignaro personaje como aspirante a los altos cargos de dirección y manejo del Estado.

Como bien lo dijera “el Maestro” Echandía con su lapidario acervo de frases célebres en un ya distante mes de noviembre de 1979, la deformación que la democracia ha sufrido en algunos parajes de Latinoamérica, la ha convertido en “un orangután con sacoleva” al permitir que se habilite a cualquier ignaro personaje como aspirante a los altos cargos de dirección y manejo del Estado.
 

Para ello como recientemente se está viendo en Venezuela, basta suplantar la formación política, intelectual y ética que se espera tenga un candidato a presidente, por demagógicas invocaciones a fallecidos caudillos encarnados en “pajaritos”, hechas frente a un potencial electorado acuciado por la necesidad de dar solución a sus muchas carencias.

Manes de la desfiguración de los valores que, al igual que antaño sucedió en la Alemania que llevó a Hitler al poder o a Italia a optar por Mussolini como su guía o a lo acaecido en muchos otros países, también se adueñó de Venezuela como perversa secuela de la sucesión de malos gobernantes encabezados por Carlos Andrés Pérez, que arrasó con los partidos, y de la corruptela que allá como aquí, permeó a la casi totalidad de la clase política, descomponiendo las costumbres y dándole cabida en las dignidades del Estado a todo aquel que aportara eventuales electores, sin mirarle sus antecedentes y calidades.
 
Abriendo de esa manera la amplia brecha por la que entraron Chávez y su camarilla a la dirección del Estado y, fallecido éste, la taifa de mediocres que lo acompañaban, convertidos hoy en sus “viudos” que le siguen dando rienda suelta a su ambición en la aspiración de que, si respaldan  al “escogido” Nicolás Maduro, pueden llegar a consolidar su rápido enriquecimiento, no obstante el total desconocimiento que presentan sobre la realidad de su país y la ignorancia invencible que tienen respecto de los graves problemas que sobre él se ciernen.
 
Lo cual resulta la más clara explicación del abultado acompañamiento que, acorde con las encuestas, presenta el sucesor del caudillo, conformado por una inmensa masa humana, que busca espacio para estar cerca de aquel, en procura de su amistad y sobre todo cobijo, en una simbiótica asociación que nada bueno le puede traer a la colindante patria bolivariana, ni a sus gentes.

Porque para dirigir un gobierno no bastan las aspiraciones, ni haber sido “el señalado” por el agónico conductor, pues se requieren formación, experiencia, conocimiento del país y de sus gentes, capacidad gerencial, e imaginación creativa, máxime en la frágil circunstancia que presenta Venezuela, con una economía en crisis, con la inflación más alta del orbe, con el total desabastecimiento de productos de primera necesidad, una industria y un agro en recesión y su principal fuente de recursos, el petróleo, mermada por el equivocado manejo que hasta hoy se le ha dado.

Entre nosotros tenemos en nuestra capital, Bogotá, el más claro ejemplo del irreparable perjuicio que se puede llegar a causar con una desacertada escogencia de gobernantes corruptos como Moreno o incompetentes y mediocres como Petro, y cuanto el daño que pueden llegar a hacer.

Así las cosas, de darse la elección de Maduro, -como se prevé en el vecino país- Venezuela se apresta a un viaje de ida y de dificultoso retorno.



Credito
MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME-DÔME

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