“…Que seis años no es nada…”

Parodiando la letra del viejo tango de Gardel y Lepera, con el que se dio fondo musical a la antañosa película argentina “El día que me quieras”, la farc desveló su propósito de extender “ad infinitum” las conversaciones de la Habana desde cuando se dieron sus primeros contactos con el gobierno, afirmando con desparpajado cinismo ante los medios, “… que seis años no es nada”…,

Si lo que se busca es la solución definitiva de un conflicto cuya duración excede hoy del medio siglo, con lo cual provocaron el airado reclamo del Ministro Carrillo, por una mayor premura.

Claro que tan desfachatada aseveración la hacen en la certeza que los mayores beneficiarios de la tardanza en la conclusión de los diálogos son ellos y solo ellos y en cuanto saben que un dilatado proceso, los ayudará a mantenerse en la primera plana de los medios, familiarizando a la opinión con su maquillada imagen de inocentes víctimas del conflicto, esperanzados, además, en que el lento paso del tiempo contribuya a difuminar su imagen de impiadosos asesinos, narcotraficantes y secuestradores, causante del repudio colectivo que los colombianos experimentan hacia ellos.

Y tan cierto es esto que, transcurridos a la fecha ya seis meses desde que se sentaron a la mesa, solo han “medio acordado” los seis items que hacen parte del memorando agrario, de los 27 que integran la agenda en total, y se muestran tan orondos, frescos y campantes, como si estuvieran en la primera hora, de la primera sesión, del primer día.

“A sabiendas” de que están navegando con el viento a favor, dada la angustia de reelección que les asiste al presidente Santos y a sus validos, ante su falta de arraigo popular y la imposibilidad de lograrlo en el poco tiempo que les queda, al punto que se están jugando los restos a la promesa de la exitosa conclusión del dilatado encuentro, en un segundo gobierno suyo.

Ofreciendo que en éste, mediante la eventual suscripción de un acta de cese de hostilidades y alto unilateral al fuego, “seguro que se logrará la anhelada Paz”.

Claro que callan y no lo dicen que esto solo se obtendrá a cambio de la oferta incondicional de impunidad absoluta, eufemísticamente bautizada por nuestro paisano, el Fiscal Montealegre, como “justicia transicional”, que poco o nada tiene de justicia y mucho menos de transición hacia un mejor estadio para el país.

Porque muy por el contrario, “un perdón y olvido” sin contraprestación como el previsto que prepara el gobierno, tendría el aciago “efecto de demostración”, que el crimen organizado si paga y retribuye generosamente al que lo practica. Que el terrorismo, el desalojo de indígenas y campesinos, el asesinato aleve de civiles, el secuestro, el tráfico de armas y drogas, entre muchos otros delitos, terminan por generar riqueza, participación y liderazgo social.

En conclusión que el que quiera ganar impunidad acompañada de poder político, debe consagrase a la violencia sin límite y luego dialogar para alcanzar apetitosos premios.

Credito
MANUEL JOSÉ ALVAREZ DIDYME- DôME

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