Gitanos, amor y sabiduría

Por la formación católica que recibí en casa, aprendí un postulado que se volvió por años guía de mi vida: el amor es dar. Por eso, como expresión de sentimiento buscaba a toda costa poder darle a los seres cercanos y queridos. Pero la vida se reserva espacios para hacernos reflexionar sobre las cosas que se ha creído que son así y para siempre.

Caminando por alguna ciudad extranjera me abordó una gitana. Era una mujer entrada en años, abundantes arrugas, manos seguras y mirada avasalladora. Se vive prevenido con los gitanos por la fama de embaucadores, timadores y mentirosos. Ella, con un ramito de mirto entre sus dedos, ofreció leerme la mano y adivinarme la suerte. Al negarme rotundamente, me increpó que no era una ladrona ni una buscona. Que a su edad solo quería conversar con la gente. Que la invitara a una copa de vino.

Mi voluntad cedió y resulté en un bar tomando con ella una botella de Rioja. Hablamos de muchos temas, de la vida, de la muerte, de la dicha, la fortuna y la pobreza. Después de un rato terminamos en el postulado que sobre el amor yo tenía. La gitana escuchándome con detalle, me dijo: está equivocado. Eso es lo que piensan las personas que creen que el afecto se compra o se obtiene a través de regalos y cosas por el estilo. Es una mirada mezquina al afecto, me expresó. La sociedad capitalista, experta en acumular cosas, nos ha hecho pensar que el amor se manifiesta en los objetos que se obsequian, y que entre más costosos, mejor. Me repitió enfática: todo eso es falso.

Su voz denotaba seguridad. El amor es darse, entregarse, es ofrecerse uno mismo como tributo, como expresión suprema del afecto por la otra persona. ¿De qué sirven regalos, si usted no está de cuerpo y alma en la relación? Es más importante ser omnipresente que dar cosas materiales, que si bien son apreciadas, no llenan el alma ni el corazón. En el amor, debe usted estar pendiente, en todos los aspectos, de su pareja. Si vive dedicado a ella, le aseguro que lo notará y lo apreciará. Así que tome la iniciativa, entréguese, dese a sí mismo en el amor, en la vida y en todas sus cosas. Atrévase. Si usted espera que le den para dar, y su pareja hace lo mismo, resultan dos esperando eternamente. Si en todas las cosas que usted emprende en la vida, se entrega con devoción y pasión, es autocrítico, propositivo e inteligente, son muchas las satisfacciones que va a cosechar. Y si no dan, ¿qué hace uno? Pregunté. Olvidarla, porque no merece.

Se paró y me clavó sus ojos negros mientras escanciaba en su copa los últimos rastros de la segunda botella. La apuró de un golpe, me pidió unos billetes y se marchó caminando segura y sin mirar atrás. Mi corazón la acompañó hasta que a lo lejos no fue sino una sombra que se perdió entre el gentío de la calle en verano. Luego pensé en la sabiduría popular y en lo muy poco que la apreciamos…

Credito
AGUSTÍN ANGARITA LEZAMA

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