¿Acaso Ibagué es una capital?

Alberto Bejarano Ávila

Para apoyar una inferencia político territorial comparemos a Ibagué con el Quindío. Ibagué (municipio), desde 1905 capital del Tolima y centro administrativo y político regional, posee una superficie de 1.439 Km2 y su área urbana aprox. 100 km2 y el Quindío (departamento) una superficie de 1,845 Km2, 28% más que Ibagué, y 12 municipios con área promedio de 153.7Km2, en tanto que Ibagué tiene 17 corregimientos con área media de 78.7 km2. De tan ligero cotejo apreciaremos que Ibagué podría albergar 9.6 municipios del Quindío.

Creo que esta mirada sugiere la urgencia de cambiar la reduccionista percepción de ciudad por un enfoque de territorio complejo, extenso y biodiverso y examinar el rol de capitalidad nunca ejercido, nociones que revelan la dualidad misional que Ibagué debe cumplir: planear su desarrollo en correlación con 46 municipios más, de los cuales, por ser su capital, tendría que ser su guía o modelo. En Ibagué nunca se hicieron lecturas antropológicas y sociológicas para hacer consistente la visión estratégica del desarrollo, juicio que sustento recordando, como ejemplo, una de tantas omisiones que he argüido, la de que a ningún dirigente público o planificador del desarrollo le importe que en Ibagué resida cerca del 35% de las personas nacidas en los otros 46 municipios tolimenses.

Si bien a libre arbitrio, gente originaria de otros municipios han creado su colonia en Ibagué, jamás, que sepamos, un gobernador, alcalde, concejo, asamblea u organización social, ha visto el potencial dinamizador que tal singularidad tiene para la región; sí lo hubiesen visto, hoy 46 colonias municipales estarían afirmando la integración cultural, social, económica, etc., y por ende dando sentido sinérgico a la vacía idea de sociedad regional. El centralismo o “autismo” con que Ibagué actúa frente al Tolima no deja ver hechos históricos que podrían unir a los 47 municipios y no deja reconocer que el futuro de la capital está atado a la suerte de toda la región y, a su vez, que el futuro regional está atado a la suerte de su capital.

Por ser Ibagué una capital nominal más no actuante, la visión estratégica de futuro para el Tolima se falsea, pues se ignora el carácter sistémico del territorio y se excluye la integración municipalista como cimiento de un modelo de desarrollo integrador, incluyente y sinérgico. Reparar tan absurdo yerro exige visión y liderato de auténticos estadistas y por ello invito a los tolimenses a soñar que el Gobernador, el Alcalde de Ibagué, 46 mandatarios municipales y cientos de dirigentes gremiales, sociales y políticos, acuerdan sumar desde las diferencias y no restar desde los rancios celos disociadores y que, como iniciativa conjunta (es ejemplo), instituyen el congreso anual de municipios tolimenses para examinar problemas comunes, compartir experiencias e iniciativas de alto valor estratégico y trazar rumbos hacia el futuro y así, desde las potencialidades y voluntades de cada terruño alcanzar la plena convergencia de los esfuerzos. ¡Ay de nos, además de ingenuos, utópicos!

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