El gran reto: Reconstruir el espíritu tolimense

Alberto Bejarano Ávila

Quise escribir sobre la denuncia y la protesta como expresión política, pero las generosas respuestas al anterior artículo (sobre inteligencia y liderazgo colectivo) me fuerzan a opinar respecto al qué hacer, dado que, junto a la invitación a dialogar, fueron las acotaciones más relevantes. Planteé en aquel texto la hipótesis de la “disritmia del magín social” como origen principal del rezago tolimense, pues causo una alteración en nuestro carácter que atrofió la inteligencia y el liderazgo colectivo para entronizar el caudillismo egocéntrico y utilitario

Por coincidencia el 5 de enero, END señaló que un líder gremial había “alborotado el cotarro” al escribir para el coleccionable de Semana (“la historia contada desde las regiones”) el texto “el Poder Pijao”, el cual leí con juicio. Aunque comparto lo allí dicho, creo que el autor omite que el Tolima tiene emprendedores exitosos que, como excepción loable, confirman la regla de que vamos mal, pues no son pocos, son miles los emprendedores requeridos para lograr el desarrollo.

El Tolima sí tiene recursos, talento y gestores, más no criterio y tenacidad para que el espíritu emprendedor sea denominador común y no excepción. Cuando el “éxito” es de pocos, entonces la pobreza es de muchos y eso, gústenos o no, se llama subdesarrollo.

De lo dicho se infiere tácitamente la necesidad de reconstruir el carácter tolimensista para que emerja lo mejor del alma colectiva y con ella la voluntad de progreso, que es esencial para calificar y potenciar, a gran escala, el ejercicio social, económico, político, gubernativo, ambiental, sinérgico y, sobre todo, la sana convivencia constructiva.

Así entonces, en vez de enojos o vergüenzas por un diagnóstico severo, deberíamos escuchar el sentido común que aconseja que para superar el subdesarrollo lo primero es aceptar que lo sufrimos y luego sí, mediante el diálogo estructurado, buscar soluciones correctas.

No se requiere mayor sapiencia para saber que la reconstrucción del alma tolimense exige un gran proyecto de ingeniería social que debe cimentarse en lo histórico, lo territorial, lo sociológico, lo sistémico y lo político, entendido éste último en la dimensión aristotélica del “animal político”, que se diferencia de la “bestia política”, porque crea sociedades y organiza la vida en sociedad.

Reconstruir el espíritu tolimense no es otra cosa que reeducarnos para reconocernos y reencontrarnos y así iniciar juntos la construcción de un futuro decente. En ese gran proyecto nadie quedará excluido, pues “con lo que hay” tenemos que reconstruir.

Finalizo diciendo que desde limitadas posibilidades de orden intelectual y técnico he venido delineando un mapa conceptual u hoja de ruta que pudiera servir de arras al hoy inexistente “centro de pensamiento o think tank”, que documentaría un plan estructurado de diálogos temáticos entre tolimenses y cuyo fin sería acordar un gran proyecto político que redima la región. Nota: en razón a que entramos al tiempo electoral, certifico que no soy candidato y por tanto cada idea atrás expuesta es responsable y no simple y majadero sofisma electoral.

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