Génesis de las candidaturas tolimenses (III)

Alberto Bejarano Ávila

Por estos meses el tema de las elecciones del 27 de octubre es intenso. Se calienta la movida electoral y muchos, como posesos en ritual, endiosan a sus “ídolos”, profetizan, descalifican y hasta agravian. La época electoral se parece al Tour de Francia o la Vuelta a España por su enorme, pero inocua carga de ilusiones y desilusiones e igual se asemeja al fútbol profesional colombiano, pues un trapo (no una justa de ideas o un choque de identidades) a veces excita la pasión rabiosa e irracional que acaba en desastres o, como siempre, a nada conduce.

Como buen escéptico, y aunque pierda el tiempo, afirmo que de no producirse una escisión histórica, nada excepcional ocurrirá en el Tolima después de octubre, pues por enésima vez estamos viendo la misma vieja y latosa película que, por sana lógica, debe tener “mamados” a los tolimenses y por lo mismo interesados en hallar el cómo romper ese círculo vicioso.

Sabido que debemos desaprender de politiqueo y reaprender lo político para liberarnos del analfabetismo electoral (recuérdese la máxima de Alvin Toffler), sabido que el genuino ADN de la genética del desarrollo lo portan los dirigentes de los distintos sectores económicos y sociales, sabido que esos dirigentes son actores políticos en su más hondo significado y que por tanto de sus saberes y procederes emana lo políticamente correcto, concluyo éstas tres cuartillas con una propuesta dirigida justamente a aquellos líderes, incluidas las autoridades de la academia. Quizá ellos “le peguen una ojeadita” y quieran considerarla.

Como la idea es sencilla más no fácil de explicar en corto espacio, la esquematizo: Crear una mesa intersectorial bajo la premisa de que el desarrollo tolimense es sistémico y por tanto pluridisciplinario; para tener un lenguaje común que facilite el diálogo concluyente, la mesa debe definir, por consenso, qué es desarrollo regional; los líderes de cada sector y subsector deben precisar sus visiones y proyectos y llevarlos a la mesa para sustentarlos, formalizarlos y compilarlos como proyecto socioeconómico (proyecto político regional); la mesa trazará directrices para elegir dignatarios profesional y éticamente aptos para gestionar los asuntos públicos del proyecto: la mesa fijará indicadores de seguimiento a los avances del proyecto.

Sin un gran plan para lograr el progreso regional toda candidatura carece de sentido y sólo los líderes sectoriales pueden construir ese plan acopiando y compendiando sus proyectos para asociar los genuinos intereses del Tolima, hoy opacados por la mezquindad. De hecho, éste plan sería el norte hacia el que forzosamente tendrían que mirar los candidatos y luego los elegidos. Así parezca retruécano, digo que cambiar es cambiar y no reproducir o fertilizar lo que decimos querer cambiar y por ello debe comprenderse que bienestar social, fortaleza fiscal y crecimiento económico no son objetivos disímiles que pugnan entre sí, sino el único objetivo (sistémico) a lograr con una mixtura de ideas y liderazgos avivados en tres grandes frentes de lucha que se alimentan recíprocamente.

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