Gente pobre, pero “bien informada”

Alberto Bejarano Ávila

¿Cómo focalizamos en el Tolima las grandes cuestiones de interés común? Intentaré hacer un atisbo a partir de una quizás prosaica analogía entre la hipermetropía, “error de enfoque visual que usualmente se manifiesta en una visión borrosa de cerca”, la miopía, “que impide ver bien de lejos”, el astigmatismo “que afecta la visión de cerca y de lejos” y la visión social, económica y política de la intelectualidad regional, que sufriría de males similares, es decir, en mi parecer, podría estar viendo bien de lejos pero mal de cerca. Veamos:

Es innegable que los influenciadores tolimenses son inteligentes, bien informados, analistas sesudos y ello se infiere de sus magníficos escritos o discursos sobre Trump; China; Fracking; Venezuela; Cuba; JEP; Odebrecht; el Congreso y sus leyes; ministerios; Brexit; “la sensatez” de derecha, centro e izquierda”; narcotráfico; lista Forbes; regalías; reformas tributaria, a la justicia y la política; corrupción; Gobierno nacional, etc. Creo que tan feraz erudición enseña todo cuanto sucede allende del Tolima, pero no aclara que ello, o no incide o imposibilita el desarrollo regional, y así remozan una vieja paradoja: ahora somos gente pobre, pero “bien informada”, en una región rica, que no conocemos y donde no nos reconocemos.

Esa agudeza, digámosle disfuncional, lleva a que los tolimenses seamos universales, pero sin raíces (como alma en el limbo), pues sabiendo mucho no sabemos quiénes somos, de dónde venimos, para donde vamos; qué riquezas y ventajas posee nuestro territorio; cómo debería ser su economía y su juridicidad; cuál su caracterización cultural y de ella nuestra identidad; por qué estamos estancados y que debemos hacer para superarlo. Es irónico, con franqueza digo, que esa agudeza, que “deshace entuertos” ajenos, sea connivente con las poquedades y necedades propias y no insufle imaginarios y saberes para reconstruir el alma tolimense.

Hoy más que nunca el Tolima, territorio urgido de una reconstrucción concreta, requiere de ser repensado, investigado y reorientado en todos los campos del saber y del sentir, trabajo que atañe a sus intelectuales, académicos e investigadores que bien demuestran a extraños su valioso talento, pero que están en mora de hacerlo con los suyos. Mal habla de nosotros (ej. coyuntural) que el Dane o Planeación Nacional sean las fuentes que ofrezcan datos que deberíamos “conocer al dedillo” para poder pensar metódicamente nuestro futuro y desde allí pensar las estrategias frente a lo nacional y lo global, cosa que hoy hacemos al revés.

Un crítico febril diría que la idiosincrasia tolimense tiene un conflicto de carácter que induce a creer que ver los asuntos regionales con igual rigor con que vemos los ajenos, es oficio de provincianos, en su acepción peyorativa, y no de eruditos universales. Yo creería que no hay tal extravío, sino una racionalidad que no corregimos debido a la ausencia de diálogo y por ello, así sea monologando, desde este enfoque opinaré sobre qué, y en su orden, esperaría el Tolima de sus cuatro sectores específicos: educativo, social, económico y político.

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