¿Qué esperaría el Tolima de su organización gremial?

Alberto Bejarano Ávila

Positivo es que la gran mayoría de los subsectores económicos del Tolima estén agremiados y que hayan fundado el Comité de Gremios, pues ello permite cumplir la premisa de que “el todo es superior a la suma de las partes”, axioma que, para el caso, significa que la economía privada regional puede lograr una dinámica evolutiva y sostenible. Sin duda, los pioneros de los gremios pensaron el crecimiento continuo, la excelencia empresarial, la representación y defensa, la financiación eficaz, la competitividad regional y sectorial, el acceso a la ciencia, la tecnología y la innovación y, en síntesis, pensaron que una economía sólida permitiría el pleno empleo, la auténtica región de dueños y el buen vivir de los tolimenses.

Las diversas miradas a la historia de la economía regional revelarán pareceres divergentes difíciles de conciliar. Mi sentir es que hace 30 o más años, el aparato económico, con capital tolimense y gestionado por tolimenses, era más pujante; que hay empresarios ejemplares, como excepción y no como constante; que muchas de las empresas son frágiles y con futuro incierto. No deseo suscitar disgustos culposos, solo pretendo sugerir al comité de gremios se convierta en centro de cohesión, de diálogo y de prospección estratégica sobre el futuro empresarial tolimense, sin que ello signifique relegar el análisis coyuntural o incidental.

En el Tolima hay muchos temas sin resolver, tarea que atañe más a los gremios y la academia que a políticos y gobiernos. Entre estos temas tenemos: modelo económico tolimense; fuga de talentos; asociatividad para el emprendimiento; ahorro regional y desarrollo; formación y acumulación de capital; mercado interno; financiación; reinversión de utilidades; capitales de riesgo, soporte técnico a empresas; circuitos económicos; competitividad e innovación; efectos de la inversión externa; empleo estable; situación de las empresas públicas. Tal vez el “vivir asando y comiendo” impida pensar en profundidad la cuestión económica regional.

En épocas pasadas se advertía en algunos actores económicos un espíritu transaccional con la nociva forma de hacer política en el Tolima y por ello debe decirse que si bien en regiones modernas la política y la economía van juntas, en regiones vetustas esa relación, aunque dé réditos individuales en el corto plazo, hacia el largo plazo causa vicios de intencionalidad, de visión y de ética que destruyen la consistencia y sostenibilidad de la economía. Con ello digo que los gremios (como la academia y la sociedad civil) deben impregnar la política de razones superiores en vez de que “la política” los contagie de motivaciones inferiores.

La organización gremial, aliada con la academia y la sociedad civil, podría quebrar el pertinaz subdesarrollo del Tolima enfrentando aquellos temas sin resolver con tesis, investigaciones, propuestas y sobre todo con su ejemplar testimonio. El desempeño económico se catapulta siendo solidarios con la pequeña empresa individual y asociativa, que hoy es el embrión del gran entramado empresarial del mañana y por lo mismo del Tolima que merecemos.

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