Al oído de 5.388 candidatos tolimenses

Alberto Bejarano Ávila

En época de rendiciones de cuentas y fragor electoral, quien gobernó o hizo política debería decir cuál fue en el pasado cercano su gestión real del progreso y quien aspira a gobernar o a hacer política debería mostrar, a futuro próximo, cuáles son las estrategias para lograr esa gran reconstrucción del Tolima que abrirá una era venturosa para todos y, sobre todo, plena de oportunidades para la gente joven.

Esta es la razón superior del para qué se hace política y se gobierna, pero “como del dicho al hecho hay mucho trecho”, necesario es denunciar la grosera tergiversación de las razones superiores del ejercicio público.

Muchas personas, entre ellas los 5.388 candidatos y sus cofrades y tutores creen, de buena fe, que hacen política grande cuando realmente y desde tiempos de upa se viene haciendo política a la medida del pequeño interés personal; ésta es verdad de apuño que nos inculpa a todos quienes sufrimos una grave confusión sobre el verdadero sentido de la política. Así entonces tontos son los juicios maniqueos y necesaria una reflexión de los 5.388 candidatos sobre los objetivos superiores que deben perseguir y por ello me permito opinar, de manera sintetizada, sobre qué debería ser y qué debería cambiar en la política regional.

La gente sensata no negará que la misión esencial del gobernante y el político es encontrar y remediar las causas históricas, culturales, estructurales y políticas del atraso regional y por ello, entre más, las tareas que de consumo deben realizar los 5.388 candidatos son: construir la visión colectiva de futuro; cambiar la mentalidad; unir al Tolima por fines supremos; crear centros de análisis temático; aunar voluntades que se ocupen de lo sugerido por los centros; aclarar qué es inversión pública estratégica y que gasto social y crear un modelo de sociedad civil, de economía y de educación para solucionar las crisis económica, social y ambiental.

Ésta breve muestra del quehacer político que el Tolima jamás conoció lejos está de la pobre gestión que conocemos. La pequeña obra social o de infraestructura es lo menos que deben hacer con el dinero de los impuestos que todos pagamos. Esta inversión o gasto nunca será simiente del auge empresarial, de empleo y de calidad ambiental y por ello gobernantes y políticos deben bajarse de su nube, pues hoy son meros ejecutores del presupuesto público y no líderes históricos que avivan la inteligencia colectiva y gestionan recursos intelectuales, científicos, tecnológicos y financieros del orden regional, nacional y global para producir procesos de cambio real, manifiesto y sustentable.

Nuestros 5.388 candidatos no deben caer en el vicio ético de utilizar lo público para hinchar su imagen personal sin solucionar de raíz los graves problemas sociales que los tolimenses no merecemos. Para invitar a nuestros candidatos a una honda reflexión sobre su verdadera misión, parafraseo un pasaje de Ernesto Sábato (El Túnel): “en política unos mueren y otros están naciendo para volver a empezar la comedia inútil”.

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