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¿Cómo? En agosto del año pasado, en este mismo espacio, señalé la importancia de cambiar el modelo de Ordenamiento Territorial de Ibagué (el POT) como componente esencial para superar el atraso, que sea alrededor del agua (tal y como quedó establecido en el Plan Nacional de Desarrollo radicado hace pocos días en el Congreso de la República y también como lo dispone ONU Hábitat), es decir, que incorpore (el POT) “el ciclo del agua, el suministro actual y futuro y la demanda como motor dinamizador”, comprendiendo la importancia para el desarrollo humano, social y económico de la ciudad. Traducir esto, significa reconsiderar las dinámicas sociales, ambientales, culturales y económicas tanto urbanas como rurales y los sistemas productivos.
Por lo tanto, es necesario repensar las lógicas de urbanización (ojo con las prohibiciones a rajatabla), los métodos de producción, transformación y prestación de las relaciones económicas, así como el impulso a los sistemas agroalimentarios, las cadenas productivas, el fomento y desarrollo de la transferencia y apropiación tecnológica, que sean sostenibles y permanentes con la oferta y disposición del agua y el medio ambiente. (Por ejemplo, tener un campo ibaguereño productivo que contribuya a garantizar la seguridad alimentaria, incida en la reducción de la inflación y propenda por bajar los niveles de pobreza, desigualdad y migración del sector rural).
El nuevo modelo de ordenamiento territorial deberá permitir planificar la ciudad y, eso, conlleva, entre otras, I) armonizar el potencial hídrico de la ciudad, como lo son sus 5 ríos principales: Combeima, Chipalo, Coello, Alvarado y Opia (con sus cuencas y humedales) con el derecho fundamental a su acceso, uso y manejo, así como la recuperación de sus áreas de influencia y sus rondas, sus condiciones naturales para proteger su biodiversidad II) la satisfacción de un servicio público de calidad III) una reposición planificada del alcantarillado municipal IV) un correcto aprovechamiento del agua y los vertimientos V) responder a catástrofes naturales como las inundaciones y sequías, preparar y alistar a la ciudad para la atención de riesgos y desastres, VI) incrementar la productividad agrícola y con ello garantizar el derecho a la alimentación.
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