Póngale Lógica

César Picón

Si los confinamientos decretados en Ibagué durante los últimos 4 fines de semana hubieran servido para disminuir el contagio y la ocupación de camas UCI, habría valido la pena mantenerlos. Las cifras muestran que no sirvieron de mucho. Un par de semanas después del primer confinamiento (el de Navidad), la disponibilidad de camas UCI empezó a ser incluso más baja de la que había antes que iniciaran los encierros, eso como consecuencia de que los casos diarios de contagio también aumentaron de manera sostenida (pueden consultarlo en el Sispro y la web del INS). La gente se reunió mucho más en la época de diciembre, las fuertes medidas restrictivas no lograron evitarlo.
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Por eso haberlos suspendido tiene toda la lógica. Una ciudad con el desempleo por encima del 20%, la tasa más alta del país en desempleo juvenil y una informalidad superior al 53%, no aguanta más. El mayor sector generador de empleo es el comercio, hoteles y restaurantes, con todo el mundo encerrado los efectos económicos son devastadores.

Si encerrarnos no sirve, además de inviable por lo descrito arriba, ¿entonces qué hacemos?. Aquí van algunas propuestas: i) hay prácticas sencillas para disminuir el riesgo de contagio que todavía mucha gente no conoce o no las ha afianzado: el uso correcto del tapabocas (pliegues hacia abajo, impermeable hacia adelante), la importancia de la ventilación natural y evitar los espacios cerrados, el tiempo de contacto, el tiempo que puede durar el virus en las superficies, entre muchos otros. Entonces hacer una pedagogía pertinente, comunitaria e intensiva, tal vez pueda ayudar. Capacitar un contingente de varios miles de ibaguereños en prevención del contagio y luego enviarlos a sus sectores y comunidades para que transmitan el conocimiento y de paso entreguen tapabocas y alcohol en abundancia (muchos usan el mismo tapabocas por varios días y hasta semanas; cualquiera con hambre prefiere comprar pan que alcohol), podría lograr que la gente aplique prácticas sencillas pero efectivas. Ese contingente debe ser pago con recursos públicos, así se crearía empleo de emergencia que aliviaría el hambre e inyectaría recursos a la economía. ii) mucha gente denuncia excesivas aglomeraciones en el transporte publico, es obvio, el 34% de los viajes diarios en Ibagué se hace en buseta. Necesitamos movernos pero tratando de evitar la congestión en los vehículos. Vale la pena considerar la propuesta del Senador Velasco que consiste en habilitar los microbuses de transporte escolar para que hagan rutas urbanas con un límite de aforo. iii) algo que me trasnocha: el regreso a las clases presenciales. 

La letalidad del virus en los niños es inmensamente baja y nadie ha podido demostrar que son vectores de transmisión. Aun así se les ha impuesto las más duras restricciones. Volver al colegio es imperioso: la virtualidad es una farsa para los niños de estratos más bajos y peor aun en la ruralidad; las pérdidas en el aprendizaje son incalculables, la mayoría de estudiantes estarán todavía más lejos de poder competir con los que gozan de privilegios; las afectaciones a la salud mental y el desarrollo de habilidades sociales será irrecuperable; la exposición al maltrato y abuso es alta; la dificultad para que las madres puedan volver a integrarse a la vida productiva es toda una tragedia. iv) destinar los recursos para garantizar el paquete de ayudas tributarias que está reclamando el micro empresariado ibaguereño y los propietarios de locales comerciales que tantas pérdidas han sufrido; además, los necesarios paquetes alimentarios que deberían haberse sostenido a lo largo de esta dura pandemia. 

Si insistimos en hacer siempre lo mismo, no esperemos resultados distintos.

CÉSAR PICÓN

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