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No obstante, no vale la pena detenernos en plasmar nuestras aspiraciones. Pero, si no queremos que nuestra visión 2050 quede obsoleta en apenas un par de años, hay que tener claro que estamos escribiendo el futuro en tiempos en que la cuarta revolución tecnológica, el cambio climático y las tensiones geopolíticas, pueden borrar y reescribir cualquier cosa en un abrir y cerrar de ojos.
Una educación de calidad y para todos no es suficiente. Estas generaciones necesitan conocimientos en lenguajes de programación, inteligencia artificial, Big Data, tecnologías de Blockchain, y bilingüismo para eliminar barreras en el acceso a otros programas de educación avanzada. Todo eso se puede aplicar en la región. El precio de los productos de cultivos transitorios (frijol, arracacha, arroz, etc.) siempre se cae porque todos cosechan al mismo tiempo; ingenieros agrónomos y de sistemas podrían usar macrodatos para coordinar los tiempos de producción.
Hace poco escribí una columna sobre el Metaverso, la realidad aumentada que en algún tiempo habrá revolucionado la vida, el trabajo, los negocios y las relaciones sociales. No se puede pensar en un futuro lejano (2050) sin considerar como estar a la vanguardia en todo lo que allá -en el Metaverso- se puede desarrollar-. Habrá trabajo, inversiones, educación, comercio con NFTs (bienes que no existen en la realidad pero que son únicos y por tanto tienen valor comercial). Planificar para el mundo real implica poner los pies en el mundo virtual.
La salud pública ahora debe tener un fuerte énfasis en las enfermedades mentales. La pandemia causo estragos en la salud mental, especialmente en niños y jóvenes; los agobios de nuestra época perturban a cualquiera. Entonces la psicología y psiquiatría deben acaparar buena parte de la planificación de la salud. Hay que revisar las expectativas en lo relacionado con la agricultura y la agroindustria. Es deseable mejorar la competitividad para transformar y exportar, pero hoy es más importante que nuestra gente pueda comer. El Dane dice que el 29% de los colombianos no puede comer tres veces al día, eso exige que desde una tierra agrícola como el Tolima se planteen salvaguardas para protegernos del hambre.
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